Ayer, un estudiante mató a 19 personas y hirió más de 40 tras hacer explotar una bomba y disparar a todo el que se le cruzaba con un fusil en un centro de formación profesional de Kerch, en la península de Crimea. El autor del ataque, que también murió, fue un alumno del centro de 18 años. Se suicidó.

Esta noche, de forma espontánea supervivientes de la masacre de Crimea y familiares de las víctimas han participado en una vigilia improvisada a las puertas de la universidad. Velas y flores en recuerdo de los fallecidos y los heridos.

Nadie puede comprender qué pasó. Pero lo cierto es que algunos testigos aseguran que Vladislav Rosliakov, el atacante, el pasado 8 de septiembre compró un rifle de calibre 12 y 150 cartuchos de munición y que estaba obsesionado con los asesinos en serie.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha expresado sus condolencias a las familias de las víctimas.