La certificación energética cada vez influye más en el valor del inmueble, mejorar su calificación puede revalorizar el piso y reducir las futuras facturas
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Cuando se decide alquilar o vender una vivienda hay un documento que muchas veces pasa desapercibido y luego puede traer sorpresas. Se trata del Certificado de Eficiencia Energética (CEE). En España es obligatorio desde hace años en los procesos de compraventa o alquiler y tiene como objetivo informar al futuro comprador o inquilino sobre el consumo energético estimado de la vivienda y sus emisiones de CO2. Si no se cuenta con él o no se presenta como corresponde, no solo se puede perder la credibilidad en la operación, sino que también se está expuesto a sanciones administrativas.
Pero no todo es firmar y adjuntar el documento. Con la normativa europea y estatal en plena evolución, sobre todo con vistas a 2030-2033, el certificado se está convirtiendo en un elemento estratégico de valor inmobiliario: cada letra que mejora la calificación puede implicar una revalorización, y en unos años puede marcar la diferencia entre poder vender o alquilar o no poder hacerlo.
¿Qué es el certificado energético y para qué sirve?
El certificado energético es un informe técnico oficial que evalúa la eficiencia energética de un edificio o de una vivienda concreta y asigna una calificación que va desde la letra A (muy eficiente) hasta la G (muy ineficiente). Suele incluir información sobre el consumo estimado de energía, las emisiones de CO2, las instalaciones térmicas, las carpinterías, el aislamiento y suele aportar recomendaciones de mejora para rebajar consumo y emisiones.
Su principal función es la transparencia: al poner en venta o alquilar una vivienda, el comprador o inquilino puede conocer qué nivel de gasto energético podría tener qué condiciones de eficiencia tiene el inmueble. Por lo que, sirve como base de negociación, de valoración del inmueble y de incentivos para la mejora energética. Además, el certificado debe figurar en los anuncios de venta o de alquiler.
¿Cuándo es obligatorio y qué pasa si no se entrega?
La obligación del certificado viene regulada fundamentalmente por el Real Decreto 235/2013 y su actualización mediante el Real Decreto 390/2021, que establecen que toda vivienda o parte de edificio existente que se venda o alquile debe tener certificado energético. Eso incluye viviendas, locales, aunque con algunas excepciones “menores” que veremos más adelante.
Cuando no se tiene o no se entrega, las consecuencias pueden ser sanciones que varían según la comunidad autónoma. Pueden ir desde varios cientos hasta varios miles de euros, dependiendo de la gravedad. Además, en la práctica, puede generar retrasos en la operación de venta o alquiler, debido a que muchas inmobiliarias exigen el certificado antes de publicar o firmar.
Además, la normativa europea se endurece: según informes recientes, a partir de 2030 será obligatorio que las viviendas tengan una calificación mínima E para poder ser alquiladas o venderlas, y a partir de 2033 esa exigencia subirá a mínimo D. No cumplirlo implicaría, en muchos casos, no poder formalizar la operación sin hacer reforma.
Viviendas exentas del certificado: las excepciones
A pesar de la obligación general, existen algunas excepciones importantes que conviene conocer. Algunos inmuebles no tienen obligación de contar con CEE: viviendas aisladas de menos de 50m2, edificios o partes de edificios que se compren para demolerlos o rehabilitarlos totalmente, o aquellos que están destinados a un uso industrial o agrario sin climatización convencional.
Es fundamental verificar la normativa de la comunidad autónoma correspondiente porque muchas desarrollan sus propios listados de exenciones.
Cómo conseguir el certificado energético paso a paso
Lo primero que se debe hacer es contratar un técnico cualificado, puede ser un arquitecto, ingeniero técnico o cualquier profesional que esté habilitado para evaluar eficiencia energética. El técnico debe comprobar las instalaciones, orientación, carpinterías, aire acondicionado, caldera, etc. y recoger datos físicos del edificio para elaborar su informe.
Mediante un software oficial, el técnico debe introducir los datos y obtener la letra de eficiencia energética que corresponda. Tras esto, se emite el certificado, el técnico debe firmarlo y en él se incluye la etiqueta energética, consumo estimado, emisiones y recomendaciones de mejora.
El certificado debe inscribirse en el registro autonómico competente. Sin registro el certificado no tiene validez para efectos de alquiler o compra. Por último, este documento de ponerse a disposición del futuro propietario o inquilino.
Su coste varía dependiendo de los metros cuadrados de la vivienda, pero los precios suelen oscilar entre 90 y 150 euros para un piso estándar de menos de 250m2, aunque puede aumentar en viviendas unifamiliares, zonas costeras o con características especiales.
Muchos propietarios ven este trámite como algo molesto, pero el certificado energético puede convertirse en una ventaja competitiva, ya que mejorar una letra energética puede aumentar el valor de una vivienda en España hasta un 1,3% de media, llegando al 4,8% en zonas con un clima más severo.
Además, los compradores cada vez prestan más atención al coste energético futuro: una vivienda poco eficiente obliga a pagar mayores facturas de luz o gas, lo que puede restar atractivo a esa compra. Tener una buena calificación, B o C, puede acelerar la venta o alquiler y mejorar la negociación de precio o condiciones. Por otro lado, preparar ahora la vivienda para obtener una mejor calificación puede ahorrar reformas más costosas en un futuro cuando las exigencias sean más duras.


