Salud

El poder de la luz natural: cómo afecta tu estado de ánimo y productividad

Trabajar al lado de una ventana o desayunar al sol puede influir mucho
Trabajar al lado de una ventana o desayunar al sol puede influir mucho. Freepik
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Hay días en los que todo parece fluir: nos levantamos con energía, estamos trabajando concentrados y cuando termina la jornada, no se tiene una sensación de agotamiento. Luego hay otro tipo de días. Ésos en los que sin saber muy bien por qué, cuesta arrancar, el ánimo no acompaña y el cansancio aparece antes de lo esperado. La causa puede no sea el café, ni el sueño, ni siquiera el trabajo: simplemente puede estar en la luz que te rodea.

Aunque es algo que pasamos por alto, la luz natural tiene un poder inmenso sobre nuestro bienestar. No solo nos permite ver, sino que también ayuda a regular el reloj biológico que marca el ritmo de nuestras hormonas, energía, concentración y estado de ánimo.

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Cada mañana, cuando la retina percibe los primeros rayos de sol, envía una señal al cerebro que “enciende” el cuerpo: se libera cortisol para activarnos, se frena la melatonina y el organismo se sincroniza con el día. Pero, si pasamos la mayor parte del tiempo en interiores, con luz artificial o sin exposición solar, ese reloj se desajusta.

La ciencia lo ha confirmado una y otra vez. Tanto la cantidad, como la calidad y el momento en el que se recibe la luz es determinante para estar más despiertos, productivos y con buen humor, o, por el contrario, si ése día se va a caer en un bucle de cansancio, irritabilidad o insomnio. Diversos estudios han demostrado que las personas con mayor exposición a luz natural duermen mejor, presentan menos síntomas de ansiedad y depresión y rinden mucho más en el trabajo.

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Sin embargo, la vida nos lleva a otra dirección: oficinas sin ventanas donde parece que el tiempo no pasa bajo fluorescentes, pantallas que emiten luz azul sea cual sea la hora y muy poco tiempo libre. Con esta situación, no nos extraña que los expertos estén hablando de una “epidemia de déficit de luz natural” con consecuencias reales para la salud física y mental.

Para recuperar esa conexión con la luz natural no hace falta mudarse al medio del campo ni pasar largas horas al sol. Solo hay que aprender a aprovechar la luz natural de manera consciente, adaptando nuestras rutinas y espacios para que trabajen a nuestro favor.

Cómo afecta al estado de ánimo y productividad

Como hemos mencionado anteriormente, la luz que se recibe a lo largo del día puede determinar si se está cansado, animado, enfocado y con energía o apático y mentalmente disperso. La razón es que la luz natural no solo regula el sueño, también influye directamente en los niveles de serotonina, dopamina y cortisol, tres sustancias clave para mantener el equilibrio emocional y el rendimiento cognitivo.

La luz como un antidepresivo natural

Cuando la luz natural llega a la retina, estimula al cerebro para que libere serotonina, la “hormona de la felicidad”. Este neurotransmisor mejora el estado de ánimo, la sensación de bienestar y la concentración. Varios estudios han demostrado que las personas expuestas a más horas de luz solar presentan un menor riesgo de depresión y ansiedad, sobre todo en los meses de invierno. Es lo que explica la bajada anímica típica de los meses de invierno con sus días más cortos y grises, donde el sol, algunos días, ni se ve.

El impacto de la luz también se nota a corto plazo, ya que una mañana de sol puede hacer que se sienta más optimismo y creatividad, mientras que pasar horas en un espacio con luz artificial u oscuro puede generar fatiga mental o sensación de apatía. De hecho, muchas clínicas de salud mental incorporan las terapias de luz o las oficinas en países nórdicos diseñan oficinas abiertas con grandes ventanales para aprovechar la luz y mejorar la motivación y reducir el absentismo.

Además del ánimo, la luz natural tiene influencia sobre cómo funciona el cerebro a nivel cognitivo. Trabajar o estudiar con luz natural aumenta la velocidad de procesamiento, la memoria a corto plazo y la capacidad de concentración. Es debido a que la exposición social por la mañana regula la liberación de cortisol, la hormona que nos mantiene alerta y activos.

Cuando los niveles de cortisol están estables, el cuerpo y el cerebro funcionan en sincronía. Pero si este ritmo se desajusta por pasar el día en interiores con luz pobre o por exceso de luz artificial, se puede comenzar a sentir agotamiento, insomnio y dificultades para concentrarse. No es casualidad que muchas personas que trabajan sin ventanas se sientan más lentas, irascibles o poco productivas a lo largo del día.

Incluso cuando se teletrabaja, los pequeños gestos marcan la diferencia. Colocar el escritorio cerca de una ventana, hacer descuentos cortos al sol o abrir las persianas, en lugar de trabajar con luz artificial, hace que se mantenga el foco y la motivación. Por el contrario, un lugar mal iluminado, con pantallas brillantes y sin exposición solar, puede aumentar el cansancio ocular, provocar dolores de cabeza y afectar el rendimiento mental.

Por esto, aprovechar la luz del día no es una cuestión estética o ambiental, se trata de una herramienta de salud mental y productividad real. Introducir paseos al sol, mantener el espacio de trabajo bien iluminado o incluso desayunar junto a una ventana son hábitos que actúan como auténticos resets hormonales y emocionales.