Salud

Cuando el cansancio constante no es normal: señales de que puede haber un problema de fondo

Detectar a tiempo la causa es esencial para poder recibir un tratamiento
Detectar a tiempo la causa es esencial para poder recibir un tratamiento. Freepik
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Dormir bien, comer saludable y aún así arrastrar un cansancio que no se va es algo muy frustrante. El cansancio es un síntoma omnipresente: casi todos lo hemos sentido al estar enfermos, tras una mala noche o tras una mala semana. Lo más común es que desaparezca cuando se recupera el sueño o se baja el ritmo. Cuando el cansancio persiste, o va a más, limita mucho la vida diaria, y es conveniente dejar de normalizarlo y mirarlo de frente: puede que sea un aviso de que algo no va bien.

Lo esencial es distinguir un “estoy cansado” de un cuadro de fatiga persistente que merece una evaluación médica. Cuando se lleva varias semanas con cansancio, sin una razón justificada, y además, interfiere en el día a día o está acompañado de pérdida de peso, cambios de ánimo o ronquidos con pausas al dormir, esta fatiga no es normal.

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¿Qué entendemos por cansancio “no normal”?

La fatiga problemática es aquella que no desaparece con el descanso, reaparece día tras día y puede venir acompañada de niebla mental, somnolencia diurna, irritabilidad o falta de aire ante esfuerzos menores. En la mayoría de los casos no mejora con el reposo y no hay una justificación evidente a ese cansancio.

Muchas fatigas crónicas tienen su origen en un cóctel de malos horarios, pantallas por la noche, poco ejercicio, estrés sostenido o una dieta irregular. Si se ajustan estos factores puede que el problema se resuelva sin más.

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En España, muchos expertos alertan de una “deuda de sueño” poblacional por horarios tardíos, un uso alto de pantallas y abuso de hipnosedantes. La solución pasa siempre por una higiene del sueño y terapia psicológica antes de recurrir a fármacos si no son necesarios.

Causas médicas frecuentes (y tratables)

Cuando el cansancio no mejora con descanso ni con cambios de hábitos, muchas veces detrás de algo que podemos normalizar hay un problema de salud concreto que, una vez diagnosticado, puede tratarse con éxito. Identificar estas causas es fundamental para recuperar la energía y prevenir cualquier tipo de complicación.

Anemia (sobre todo por déficit de hierro)

La anemia ferropénica es una de las causas más frecuentes de cansancio constante. Se produce cuando no hay suficientes glóbulos rojos o hemoglobina para transportar oxígeno a los tejidos. La sensación de agotamiento suele ir acompañada de palidez, manos frías, mareos y dificultad para concentrarse. Es muy frecuente en mujeres que tienen menstruaciones abundantes, en dietas pobres en hierro o después de hemorragias ocultas. Un simple análisis de sangre es capaz de detectarla y el tratamiento suelen ser suplementos y ajustes en la dieta. Una vez que el hierro vuelva a los índices recomendados, el cansancio desaparece.

Trastornos tiroideos (hipotiroidismo)

El hipotiroidismo ralentiza el metabolismo, provocando cansancio extremo, aumento de peso, piel seca y sensibilidad al frío. En muchas personas, este trastorno se desarrolla lentamente, por lo que la fatiga se atribuye erróneamente al estrés o a la edad. Un análisis de TSH y T4 libre confirma el diagnóstico y el tratamiento suele normalizar la energía.

Diabetes y alteraciones de la glucosa

Tanto la hiperglucemia como las oscilaciones bruscas de azúcar en sangre pueden causar cansancio constante. En personas con diabetes, la fatiga puede ser una señal de no estar manteniendo un control adecuado, mientras que en quienes aún no han sido diagnosticados puede ser uno de los primeros síntomas, junto con sed excesiva y ganas constantes de orinar. Medir la glucosa en ayunas es fundamental.

Trastornos del sueño

La apnea del sueño interrumpe repetidamente la respiración durante la noche, haciendo que sea muy difícil conseguir un descanso profundo. El afectado puede dormir ocho horas y aún así, despertarse completamente agotado, con somnolencia diurna y dolores de cabeza matutinos. Es muy común en personas con sobrepeso, pero también puede darse en personas delgadas. En ocasiones, un cambio en el estilo de vida puede mejorar notablemente la calidad del sueño, si no, también existe el tratamiento con CPAP.

Salud mental: depresión y ansiedad

Los trastornos emocionales no solo afectan al ánimo, sino también a la energía física. La depresión puede manifestarse principalmente como fatiga, falta de motivación y sueño alterado, mientras que la ansiedad crónica se agota por la tensión continua del sistema nervioso. Para solucionarlo se recomienda terapia psicológica y meditar antes de dormir también puede ser de gran ayuda.

Síndrome de fatiga crónica

Se trata de una fatiga debilitante que no mejora con el descanso y empeora tras esfuerzos físicos o mentales. Suele ir acompañada de niebla mental, dolores musculares y sueño no reparador. No tiene cura, pero un diagnóstico precoz y estrategias para saber gestionarla pueden mejorar la calidad de vida.

Medicamentos y otras condiciones

Ciertos fármacos, como antihistamínicos, benzodiazepinas o algunos antihipertensivos pueden provocar cansancio. También enfermedades crónicas como la insuficiencia renal, hepática o trastornos autoinmunes pueden estar detrás de esta fatiga crónica. Revisar qué medicación se está tomando y descartar otras patologías es un paso básico en la evaluación médica.