De dónde viene la paga extra de Navidad: el origen de este derecho laboral
Lo que empezó como un “aguinaldo” institucional se convirtió en parte estructural del salario y un derecho laboral consolidado
Por qué puede ser una buena idea esperar a fin de año para solicitar una hipoteca
Dicen que lo único seguro en la Navidad, además de la luces, los villancicos y el turrón, es ese pellizco extra en la nómina: la famosa paga extra de Navidad. Muchos trabajadores en España están tan acostumbrados a recibirla que nadie se detiene a preguntarse de dónde surgió esta paga extra o por qué existe. ¿Quién decidió que diciembre debía venir con un extra salarial y cómo se convirtió en un derecho que hoy se da por hecho?
La historia de este ingreso extraordinario es mucho menos festiva de lo que puede parecer. No nació en una época de prosperidad ni tampoco como una generosa recompensa. Apareció en un momento de crisis profunda, salarios deprimidos y necesidades básicas sin cubrir.
La paga extra nació en la España de la posguerra, como una gratificación excepcional impulsada por el régimen franquista con el objetivo de aliviar, mínimamente, la situación económica de los trabajadores durante unas fiestas que eran más sinónimo de carencia que de opulencia. Lo que hoy es una parte estructural del salario, comenzó como un parche social y político.
Con el paso del tiempo, la paga extra se institucionalizó, cambió de forma dejando atrás su simbolismo político y encontró su lugar en la normativa laboral española. Lo que empezó como un “aguinaldo oficial”, se ha convertido en una pieza más de nuestra historia económica.
Un “aguinaldo” en tiempos de hambruna
El origen de la paga extra de Navidad se remonta a una España marcada por la devastación de la Guerra Civil y el éxodo de ingresos, con salarios deprimidos y precios al alza. La dictadura de Francisco Franco buscó aliviar la situación de los trabajadores con una gratificación extraordinaria. El 24 de diciembre de 1944, mediante una orden ministerial, se dispuso que el personal de industrias no reglamentadas recibiría una gratificación equivalente al sueldo de una semana para poder afrontar las fiestas navideñas.
Este pago no nació como un regalo caritativo, sino como una ayuda estructural: compensar el deterioro de los ingresos y permitir a los hogares poder afrontar el coste extra que suponían (y suponen) las fiestas navideñas. Fue al año siguiente, el 9 de diciembre de 1945, cuando la gratificación se generalizó y se estableció con carácter indefinido para muchos colectivos. Desde entonces empezó a consolidarse la idea de que, más allá de un regalo, se trataba de una parte reconocida de la retribución.
De esta manera, lo que comenzó siendo un parche temporal ante una crisis social y económica, terminó siendo una costumbre que aún permanece. Pero esta costumbre no surgió de la nada. Un siglo antes de que apareciera la paga extra, había otra tradición que ya premiaba a los profesionales por sus servicios durante el año: tarjetas de felicitación navideñas con el tradicional “aguinaldo”, una propina voluntaria que los vecinos ofrecían gustosamente.
De gratificación a derecho laboral
Con el paso del tiempo, este “aguinaldo estatal” se consolidó como un derecho laboral. Durante la dictadura se añadió una segunda paga extraordinaria: la llamada paga extra de verano, nacida en 1947 para conmemorar la fiesta del 18 de julio, el aniversario del Alzamiento Nacional. También era equivalente a una semana de sueldo.
Durante la transición hacia la democracia, las pagas extraordinarias se adaptaron a la nueva regulación laboral. Fue en 1980 cuando el Estatuto de los Trabajadores recogió estas gratificaciones como parte del salario: un trabajador tiene derecho a dos pagas extraordinarias al año, una en Navidad y otra en verano o prorrateadas.
Hoy, muchas empresas optan por prorrateadas en 12 o 14 pagas, pero su condición de “extraordinarias” continúa vigente. Esta paga extra no es un capricho, es un derecho consolidado en la normativa laboral española.
Esta ayuda, con el tiempo se convirtió en una parte clave del sistema de consumo de la economía española. En Navidad impulsa la compra de regalos, la hostelería, viajes y un gasto adicional que revierte en el comercio y en servicios. Esta lógica ayudó a consolidar la paga como algo más que un obsequio: era una herramienta de soporte familiar y un estímulo económico colectivo.
Además, para muchas familias, especialmente en entornos con sueldos bajos o medianos, la extra de Navidad representa un colchón fundamental: sirve para afrontar pagos imprevistos, cerrar el año con tranquilidad o iniciar el siguiente con algo de liquidez.
¿Por qué en Navidad (y en junio)?
La elección de las fechas no fue casualidad. La paga de Navidad, como hemos mencionado, nació en un contexto de pobreza y necesidad después de una guerra, cuando las familias necesitaban recursos para los gastos extra que implicaban las fiestas: comidas, regalos, viajes, etc. La idea era aliviar esa carga en un momento que era especialmente duro.
La paga de verano, por su parte, nació con una doble función: celebrar una fecha simbólica y al mismo tiempo ofrecer un ingreso extra en una época tradicional de consumo (vacaciones, verano y viajes). Con el tiempo, este ingreso extra de verano se trasladó al mes de junio en la democracia, pero el objetivo sigue siendo similar: dar liquidez en un momento de gasto elevado.
