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Conducir con el aire acondicionado encendido: cuánto consume realmente y cómo ahorrar en verano

Regulando el aire acondicionado del coche al iniciar la marcha. Redacción digital Cuatro
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El aire acondicionado en el coche, supone un alivio inmediato contra el calor abrasador del verano. Sin embargo queda lejos de ser un lujo inocente. Aunque usarlo aumenta el confort y reduce riesgos como la fatiga o los golpes de calor, tiene un impacto directo sobre el consumo de combustible y, por tanto, sobre el bolsillo del conductor. ¿Cuánto gasta realmente? ¿Compensa más circular con las ventanillas bajadas? ¿Y cómo puede usarse sin disparar la factura del repostaje?

La pregunta no es baladí. En un contexto donde cada céntimo cuenta, y con el precio de la gasolina fluctuando en torno a los 1,60€/l, la gestión eficiente del aire acondicionado se convierte en una decisión con implicaciones prácticas, económicas y energéticas.

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El coste de la comodidad

Según la Organización de Consumidores y Usuarios, el aire acondicionado puede incrementar el consumo entre un 5% y un 20%, dependiendo del modelo de coche, del uso y de las condiciones externas. Traducido esto a cifras más tangibles, puede suponer entre 0,2 y 1 litro de carburante por cada 100 km recorridos.

Este rango tan amplio se debe a múltiples factores: la potencia del compresor, el tipo de climatización (manual o automática), la velocidad del vehículo, e incluso la carga del maletero o el color del coche. En trayectos urbanos con paradas frecuentes, el sistema trabaja más intensamente, lo que puede hacer que el consumo se vaya al extremo superior del espectro.

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Frente a este gasto, muchos conductores optan por abrir las ventanillas. Sin embargo, según pruebas recogidas, esta solución no siempre es más eficiente. A baja velocidad (menos de 50 km/h), puede ser aceptable. Pero a partir de los 80 km/h, la resistencia aerodinámica que generan las ventanas abiertas aumenta el consumo más que el propio aire acondicionado. Es decir: en carretera, bajar las ventanillas no es tan rentable como parece.

Cómo usar el aire acondicionado con cabeza

El consumo no solo depende de si el aire está encendido, sino de cómo lo usamos. Diversos expertos recomiendan una serie de gestos simples que pueden minimizar el gasto sin renunciar al confort. En primer lugar es recomendable ventilar el coche antes de arrancar, abriendo puertas y ventanillas durante un par de minutos para expulsar el aire caliente acumulado y reducir el esfuerzo inicial del sistema de climatización.

Otro consejo a menudo ignorado es el de no poner el aire al máximo nada más comenzar el viaje, ya que supone un pico de consumo de energía, por mucho que necesitemos un poco de fresquito. Es preferible ir ajustando la fuerza y temperatura de manera gradual.

Una vez estemos cómodos, podemos usar la recirculación del aire. Este modo permite reutilizar el aire ya enfriado en el habitáculo, evitando que el compresor trabaje continuamente con aire caliente del exterior.

Finalmente, conviene no olvidarse de revisar el sistema periódicamente. Los filtros sucios, tener niveles bajos de gas refrigerante o un compresor en mal estado pueden disparar el consumo sin mejorar el rendimiento.

En vehículos eléctricos o híbridos, donde el aire acondicionado se alimenta directamente de la batería, este impacto puede traducirse en una reducción de hasta un 15% de autonomía, según Endesa. En estos casos, la gestión eficiente no es solo cuestión de ahorro, sino de llegar al destino sin necesidad de recarga intermedia.

En definitiva, podemos decir que el aire acondicionado del coche es un aliado indispensable en los meses más cálidos, pero su uso tiene costes invisibles que pueden acumularse si no se gestiona con cabeza. Un enfoque inteligente permite equilibrar confort, consumo y sostenibilidad, sin comprometer ni la seguridad ni el bolsillo. Por ello, conducir fresco no debe implicar realizar un gasto desmesurado, sino una serie de decisiones informadas que conviertan el confort en una consecuencia lógica de una conducción eficiente.