Dependiendo del proveedor, se puede diferir este pago en tres o cuatro plazos, o posponerlo uno o dos meses
Así funcionan las tarjetas revolving
El modelo "Compra ahora y paga después" (BNPL, por sus siglas en inglés) se ha convertido en una tendencia dominante en el comercio electrónico y minorista. Según un estudio de GlobalData, se espera que los pagos BNPL alcance los 576.000 millones en 2025, y seguirán aumentando en los próximos años. España no ha sido ajena a esta ola. Plataformas como Klarna, SeQura, Aplazame o Zinia han ganado popularidad entre los consumidores, especialmente entre los más jóvenes, que encuentran en esta fórmula una solución atractiva frente al crédito tradicional.
¿Cómo funciona exactamente el BNPL?
La mecánica es simple. El consumidor elige un producto, lo añade al carrito y, en el momento de pagar, selecciona la opción de fraccionar el pago. Dependiendo del proveedor, puede diferir este pago en tres o cuatro plazos, o posponerlo uno o dos meses. La mayoría de los servicios BNPL se ofrecen sin intereses si se cumplen los plazos establecidos. Es decir, se paga lo mismo, pero en partes. El riesgo lo asume la fintech, que abona el importe total al comercio y después cobra al consumidor en los tramos pactados.
Lo interesante, y problemático, es que este proceso suele completarse en segundos y sin análisis crediticios demasiado exhaustivos. Según explicó la OCU en su comparativa de servicios de BNPL, la mayoría de plataformas sólo requieren datos básicos y una tarjeta bancaria válida. Esto agiliza el proceso, pero también puede fomentar el sobreendeudamiento.
Ventajas para consumidores y comercios
Los beneficios del sistema son innegables. Para el usuario, el BNPL ofrece flexibilidad y acceso inmediato a bienes que, de otro modo, podrían suponer un esfuerzo económico puntual. Para los comercios, se traduce en mayores tasas de conversión, reducción del abandono de carritos y un aumento del ticket medio. Según Telefónica Tech, los comercios que integran estas soluciones en su pasarela de pago incrementan sus ventas entre un 20 y un 30%.
Además, el usuario no tiene que lidiar con entidades financieras tradicionales ni realizar papeleos. Todo es digital, automático y sin aparente coste adicional. Algunas plataformas incluso permiten hacer devoluciones antes de abonar la primera cuota, lo que refuerza la sensación de control.
Riesgos y peligros que no se ven a simple vista
Sin embargo, lo que parece un mecanismo inocuo puede derivar en problemas financieros. El principal riesgo es la acumulación de compromisos de pago. Al no tener una visión global del endeudamiento, son muchos usuarios los que acaban contratando varios BNPL de forma simultánea. La facilidad con la que se accede al crédito puede dar lugar a un gasto impulsivo, y no siempre se dispone de liquidez para afrontar las cuotas futuras.
El Banco de España ya ha advertido de los riesgos de estas fórmulas. Aunque no todas las plataformas están reguladas como entidades de crédito, sí actúan como prestamistas, lo que las convierte en objeto de atención para los supervisores.
Otro aspecto problemático es la falta de transparencia. Aunque en muchos casos se publicita la ausencia de intereses, pueden aplicarse comisiones por impago, gastos de gestión o recargos por demora. Además, si el cliente incumple los plazos, su deuda puede ser vendida a empresas de recobro. Algunos impagos pueden incluso terminar afectando al historial crediticio si se reportan a los ficheros de solvencia.
¿Cuál es la regulación del BNPL en España?
Hasta ahora, el BNPL ha operado en un vacío normativo. Pero eso está cambiando. La Unión Europea ha incluido estos servicios en su nueva Directiva de Crédito al Consumo, que será de aplicación en España a partir de 2026. Esta directiva exigirá mayor transparencia, evaluaciones de solvencia obligatorias y una mejor protección para los consumidores.
Mientras tanto, algunos bancos y asociaciones de consumidores han comenzado a presionar para que se limite la publicidad agresiva de estas fórmulas y se etiqueten como productos financieros, no simplemente como métodos de pago.
Desde asociaciones como ASUFIN y FACUA, recomiendan usar el BNPL solo como un recurso puntual y no como una vía habitual de consumo. La clave está en la planificación: si se puede pagar sin necesidad de fraccionar, mejor hacerlo.
En definitiva, el "Compra ahora, paga después" es un reflejo de la transformación del consumo en la era digital: más inmediato, más cómodo, pero también más arriesgado. Su éxito se apoya en la psicología del consumidor, que minimiza el coste emocional de una compra al no pagarla en el momento. Por eso, entender cómo funciona realmente este modelo, sus límites y sus implicaciones a largo plazo es fundamental. Antes de aceptar un BNPL, conviene recordar que lo que no se paga hoy, habrá que pagarlo mañana. Y no siempre en las condiciones más favorables.


