Tauromaquia, independentismo y "falta de limpieza": el tenso intercambio entre los Blancafort y los Castaño

cuatro.com 05/10/2018 23:52

Los Castaño: Toñín, Sonia, Rafita y Toñín Jr.

Los Castaño viven en el barrio de Vallecas (Madrid), son taurinos convencidos y tienen un bar madridista en el que pasan prácticamente todo el día. La familia ha definido su lugar de residencia como un pueblo obrero y humilde: "En Albacete se hacen las navajas y en Vallecas las probamos". Toñín, Sonia, Rafita y Toñín Jr. son los miembros de la familia Castaño: "Somos una familia cojonuda".

Los Blancafort: Jordi, Dolors, Ivet y Laia

La familia Blancafort ha querido dejar claro desde el principio que son independentistas: "Nos gusta el pan con tomate, pero nos gustan los tomates de Murcia, el aceite de Jaén, el jamón de Guijuelo y un buen vino de La Rioja, somos independentistas pero no idiotas". Laia e Ivet, las hijas de la familia, tienen muy claro quién no les gustaría que fuese a su casa: "No quiero que venga gente cateta, que les gusten los toros y que canten el himno de España".

Tras una increíble ruta en bici por los parajes catalanes, Toñín y Toñín Junior han disfrutado de las maravillosas vistas de la Plana de Vic acompañados por Gerard, un amigo de los Blancafort. Un enorme bandera estelada coronaba la cima del recorrido, algo ante lo que Toñín no se ha podido quedar callado: "Venga banderita, venga banderita, ¡esa bandera es ilegal!". Tras algún que otro rifirrafe y un intento fallido de Toñín por colocar la bandera del Real Madrid, el fuet que Gerard llevaba en su mochila ha logrado que se calmaran las aguas: "¡Esto está de p*** madre!".

Todo hacía presagiar que el plan propuesto por los Castaño no iba a tener mucho éxito entre los Blancafort. Cuando Jordi y sus hijas se han encontrado en la plaza de toros madrileña de Las Ventas con Juan Carlos, amigo de los Castaño, la tensión se palpaba: "Si pasamos a esa plaza estaremos dando negocio a un acto que nosotros consideramos violento". Pese a la reacción inicial, Laia, la pequeña de la familia, ha sentido curiosidad y ha accedido a ver una corrida. No ha sido una buena idea: "¿Cómo puedes celebrar que alguien mate? Me ha parecido un acto horrible de crueldad", explicaba Laia entre lágrimas.

Llegaba el final de la experiencia y, justo a mitad de camino entre Madrid y Barcelona, los miembros de las dos familias se veían las caras. Juntos han escuchado las impresiones de los amigos de las dos familias y han comprobado que tanto en Madrid como en Barcelona no se han quedado con demasiado buen sabor de boca de sus respectivos invitados... Sin embargo, y tras algún que otro momento tenso por la independencia de Cataluña y la tauromaquia, lo cierto es que las dos familias han reconocido que ha sido una gran experiencia: "En Cataluña estaría muy a gusto, pero yo no sería independentista, ehhh...".