Cruzar la aduana para varios cartones de tabaco y luego revenderlos en suelo español es una práctica común entre los vecinos de la Línea de la Concepción. Sus habitantes se quejan de la que la ciudad está “abandonada” y de la falta de trabajo; por eso, hacen negocio con el tabaco gibraltareño, que les da unos ingresos de unos 20/25 euros al día si consiguen burlar la seguridad de la frontera.