Andalucía y toda España están conmocionadas ante la muerte de un padre y su hijo en la localidad malagueña de Arriate. Al parecer, el incendio se originó en un brasero situado en la parte baja de la vivienda, donde se encontraba el padre, que se extendió a la parte superior donde estaba el joven de 16 años.
Sin embargo, no sorprende la causa, ya que las muertes por culpa de la inhalación del humo de los braseros están a la orden del día.
Con la llegada del invierno la búsqueda de sistemas para no pasar frío se convierte casi en un deporte de alto riesgo, en especial para nuestro bolsillo.
Las casas que tienen calefacción central pueden sentirse privilegiadas ya que al menos, en ese sentido, no tendrán de qué preocuparse. Sin embargo, con el resto de los hogares no podemos decir lo mismo. Es por eso que optar por los braseros es una forma barata y sencilla de superar la temporada invernal.
Sin embargo, no todos son ventajas, los peligros que acarrea el mal uso de este sistema puede derivar en la muerte, con la inhalación de monóxido de carbono en apenas media hora. Es por esta razón que es importante conocer los peligros y las medidas de prevención.
Causas del peligro
La suciedad, obstrucción o acumulación de residuos en los braseros produce una mala combustión en un espacio cerrado sin ventilación, provocando la acumulación de grandes cantidades de monóxido de carbono que dificultan la respiración. Expertos en emergencias advierten que cuanto más amarilla son las llamas, peor es la combustión y, por tanto, se concentra más este gas tóxico.
Lo denominan el "asesino silencio" al ser un gas sin olor ni color por lo que pasa inadvertido, uno de sus mayores peligros. Tampoco provoca dolor, ni sensación de fatiga ni asfixia, simplemente es el cansancio prolongado lo que puede desembocar en un final mortal. Otros síntomas habituales son las náuseas, el dolor de cabeza, la pérdida de conciencia… La víctima, en la mayoría de los casos, se percata de lo que está ocurriendo, pero con los efectos no puede hacer nada para evitarlo.
Sin ir más lejos, el pasado marzo diez miembros de una misma familia sufrieron la intoxicación por monóxido de carbono en un centro de acogida de refugiados en Alemania. Algunos estuvieron más graves que otros pero, favorablemente, consiguieron sobrevivir. Sin embargo, no podemos decirlo de una anciana del pequeño pueblo de Cuntis (Pontevedra) cuyo desenlace fue el más trágico de los posibles.
Precauciones a tener en cuenta
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