El pequeño Leo nació con el fémur izquierdo más corto que el otro, con una diferencia de 5,5 centímetros respecto al derecho. Se conoce como 'fémur corto congénito' y según las estimaciones aportadas por los mismos médicos que calificaron el caso como "uno entre un millón" sugieren que cuando sea más mayor la diferencia aumentará a casi 30 centímetros, haciendo con ello casi imposible que pueda andar. Ante este pronóstico, sus padres, Benjamín y Lori, comenzaron su particular lucha por asegurar a Leo un futuro mejor, por encontrar cualquier forma por lejos que se encuentre de procurarle no solo una vida adulta digna, sino también la infancia y adolescencia adecuada que merece.
Los especialistas en un primer lugar no les correspondían con las noticias que querían oír, sugiriendo que la única solución posible sería la amputación de su pierna, pero su insistencia en encontrar esperanza cuando todo parecía perdido les llevó a Estados Unidos, donde mediante diversas operaciones complejas y especialmente costosas disfrutaría tras ello de una calidad de vida mejor que la que de otro modo auguran.
En primer lugar, tendría que someterse a una operación de cadera cuando cumpla los dos años, y tras ello debería continuar con otras de alargamiento a los cuatro, ocho y doce. Además, esta intervención, creada por el doctor Dror Paley, director del Paley Institute de Florida, en EEUU, solo la realizan dos cirujanos en el mundo.
Precisamente, entre otros, el citado especialista evaluó en persona el caso y confirmó que realmente existía la posibilidad de que cuando igualasen ambas piernas Leo podría hacer vida normal, y a ello es a lo que se aferran estos padres que se han encomendado a las redes y a toda ayuda posible para poder costear todo el tratamiento y llevar a cabo esta lucha en compañía, sintiendo el cariño de todos aquellos que se solidarizan con su caso. Como ellos mismos afirman en su espacio web para recaudar fondos y apoyo, "toda gota de lluvia, todo grano de arena suma".