La familia de Laura Luelmo no perdona a Bernardo, pero se consuela con los datos que señalan que su hija no sufrió. Pese a todo, las discrepancias entre el forense y los expertos de la investigación en relación a la fecha de su muerte obligan a más pruebas que se están realizando en el anatómico forense con la idea de acabar con todas las dudas.
A nadie se le escapa que cerrar el momento exacto de la muerte es vital para reconfirmar que Laura no sufrió y para cerrar la herida que provoca esa pregunta recurrente: ¿por qué los investigadores no entraron antes en la casa de Bernardo Montoya? Los investigadores ya han dejado claro que no había pruebas probatorias suficientes en un primer momento y que dar pistas al principal sospechoso podía ser un riesgo demasiado elevada.
El registro en la casa del vecino de Laura Luelmo se produjo después de que apareciera el cadáver de la joven, exactamente seis días después de su desaparición y tras la detención del asesino confeso. Es el gran punto negro de un trabajo de grandes investigadores que, no hay que olvidar, han resuelto casos tan complejos como el de Diana Quer.