James Harrison sigue sin querer mirar la aguja a pesar de que ya son 1.173 las veces que ha donado sangre. Le llaman el 'brazo de oro', porque ha conseguido ayudar a multitud de personas con su sangre, lo que le hace sentir un profundo orgullo: “He salvado muchas vidas y he ayudado a que un montón de niños vinieran a este mundo. Eso es lo que me hace feliz”, afirma.

Su plasma tiene un anticuerpo inusualmente fuerte que evita que las embarazadas con el RH egativo provoquen una gravísima enfermedad en sus fetos.

Según se calcula, ha ayudado a casi dos millones y medio de bebés desde que donase por primera vez, en un ya lejano 1967.

Ahora, a los 81 años y por su propia salud, los médicos le obligan a parar. En su última donación ha estado acompañado por varias familias, que han querido agradecerle lo que ha hecho por ellos y por el resto de los que han recibido su ayuda.

“Si no es por él, mi hija no estaría aquí”, dicen algunos de ellos, emocionados.