El descubrimiento de El Duende es consecuencia de un sondeo a largo plazo del sistema solar externo que están llevando a cabo desde hace unos años con telescopios en Hawái y Chile, y cuyo objetivo final sería el descubrimiento de un nuevo planeta del sistema solar, conocido, por ahora, como planeta X o noveno planeta, según SINC.
Los astrónomos se encuentran divididos en cuanto a la interpretación de cuerpos celestes como El Duende por su alargada órbita. Este planeta puede llegar a acercarse a Neptuno y el cinturón de Kuiper ,de 30 a 80 AU (Unidades Astronómicas, en la que una unidad equivale a la distancia entre el Sol y la Tierra) y también a la nube de Oort, a miles de AU.
Esta órbita es interpretado por unos como una posibilidad de la presencia del planeta X como influencia, mientras otros considera que las propiedades de estos objetos no son compatibles con la existencia de un hipotético noveno planeta.
Los detractores de esta relación entre el planeta X y El Duende alegan que la distribución de sus órbitas presenta peculiaridades únicas y exclusivamente debido a sesgos observacionales y efectos de selección. Además, argumentan que la existencia de los objetos más anómalos se puede explicar por procesos de difusión orbital en los que la órbita de un objeto va cambiando paulatinamente hasta alcanzar los valores extremos de tamaños y formas orbitales observados.
Por otra parte, están los grupos que consideran que las órbitas de estos objetos tan peculiares solo pueden ser explicadas como resultado de las perturbaciones ejercidas por un hipotético planeta aún por descubrir. Los autores del descubrimiento de 2015 TG387 o El Duende defienden esta interpretación y con su nuevo artículo se reafirman en su hipótesis.
Otro descubrimiento reciente es el de 2015 BP519 o Cajú, conocido como el Anacardo, un objeto que tiene una de las órbitas más extrañas jamás observadas y que no parece tener el mismo pasado dinámico que el resto. Con este, ya son 30 los objetos transneptunianos extremos conocidos.