Tras 299 días de secuestro llegó la liberación. Antonio debería estar radiante de felicidad pero hay algo que se lo impedía. Para él fue el momento más duro porque, estando secuestrado, su madre padecía un problema de corazón y al llegar a Turquía la policía le ofreció una llamada telefónica a casa: “Pensaba que no iba a encontrar a mi madre”, le confiesa a Risto Mejide. ¿Las primeras palabras que le dijo?: “Lo siento”.