La terapia online elimina barreras de desplazamiento y horarios, mientras que la presencial facilita la lectura del lenguaje corporal y da una experiencia más cercana
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La terapia psicológica ha sido siempre sinónimo de sillón, despacho y encuentros cara a cara. Desde la pandemia, las cosas han cambiado. La atención online ha comenzado a ser una alternativa a una práctica consolidada. Las videollamadas han abierto la puerta a una nueva forma de cuidar la salud mental de una manera más accesible, flexible y cercana a las rutinas actuales.
Hoy, ya no hay duda de que la terapia online funciona, la duda está en cuál es la modalidad más adecuada para cada persona y momento vital. Hay personas que necesitan contacto humano y un espacio físico como refugio, otras encuentran en la pantalla un entorno seguro, más cómodo y menos intimidante.
Terapia presencial: el valor del encuentro
Aunque la digitalización ha revolucionado la psicología, la terapia presencial sigue siendo el formato más escogido por una razón fundamental: la conexión humana directa. Estando en la consulta física, el terapeuta puede observar gestos, posturas, microexpresiones, silencios o cambios en el tono de voz que ayudan a interpretar el estado emocional del paciente.
Por otro lado, desplazarse hasta la consulta tiene un valor simbólico. Representa un compromiso con el propio bienestar, una ruptura con la rutina y un entorno seguro donde el foco está puesto únicamente en el proceso terapéutico. Además, la terapia presencial también ofrece ventajas en los casos de mayor complejidad: trastornos graves del estado de ánimo o de la conducta, riesgo de autolesiones o ideación suicida, evaluaciones diagnósticas o terapias familiares y procesos donde la regulación emocional puede ser compleja.
No obstante, esta modalidad también tiene inconvenientes: los costes pueden ser más elevados, hay que contar con los tiempos de desplazamiento y menor flexibilidad con los horarios. En zonas rurales o con poca oferta profesional, puede ser muy complicado acceder a un psicólogo presencial.
Terapia online: comodidad, flexibilidad y alcance
La terapia online ha roto barreras. Cada vez son más los psicólogos que optan por ofrecer atención online. Entre sus principales ventajas destacan que se puede recibir atención psicológica desde cualquier lugar, sin importar la distancia o la movilidad, por otro lado hay flexibilidad horaria, por lo que es perfecta para aquellas personas que trabajan a turnos, tienen hijos o poco tiempo libre.
Al encontrarse en casa, se da una comodidad emocional, ya que algunas personas se sienten mucho más seguras hablando desde su casa, sin la presión de un entorno clínico, además, de que, a pesar de que hoy en día está muy normalizado ir a un psicólogo, evita posibles estigmas o la incomodidad de acudir físicamente a una consulta psicológica.
Varios estudios señalan que la alianza psicológica, es decir, la conexión que se produce entre terapeuta y paciente, puede construirse de la misma manera online que de manera presencial, siempre que haya una buena comunicación y continuidad.
Pero, la terapia online también tiene sus retos: pueden surgir problemas técnicos, distracciones del entorno, sensación de distancia emocional o falta de privacidad en casa. Además, no todos los casos son adecuados para este formato: en situaciones de crisis aguda, violencia o trauma severo, la atención presencial sigue siendo la más recomendada.
Cómo escoger la mejor opción
Tomar la decisión entre terapia online o presencial debe basarse en un análisis honesto de las necesidades de cada persona, el momento vital en el que se encuentra y la manera de vincularse emocionalmente. No hay una modalidad mejor que otra, sino que hay que encontrar la que más cómoda, constante y comprendida sea para esa persona.
Los psicólogos clínicos suelen coincidir en que la elección depende de cuatro grandes factores: el tipo de problema que se quiera abordar, la fase del proceso emocional, el contexto personal y la conexión con el profesional.
Lo primero es conocer cuál es el tipo de problema que se quiere abordar y su intensidad. Si se está atravesando un episodio de estrés, ansiedad leve, insomnio, duelo reciente o búsqueda de orientación personal, la terapia online puede ser una opción muy válida, ya que puede ayudar a mantener la rutina y recibir apoyo profesional sin necesidad de desplazarte.
No obstante, si hay síntomas más graves, como episodios depresivos profundos, crisis de pánico, ideación suicida, consumo de sustancias o trastornos de conducta alimentaria, los expertos aconsejan que se acuda a terapia presencial para poder actuar ante cualquier emergencia emocional o riesgo autolesivo.
Por otro lado, es importante saber cómo se vincula cada persona. Hay gente que necesita el contacto visual, la presencia física y el ambiente protegido de la consulta; otras, sin embargo, prefieren hacerlo desde la intimidad de su hogar, sin la presión de un entorno clínico.
Otro punto a tener en cuenta es la flexibilidad horaria. Las terapias presenciales exigen más tiempo, desplazamientos y disponibilidad de agenda. En ocasiones esto puede ser un obstáculo. La terapia online suele ser más flexible, pero si no hay privacidad en casa, puede resultar incómoda. La eficacia de cualquiera de estos formatos depende mucho de la regularidad y el vínculo que se produce.
Se debe recordar que la elección no tiene que ser definitiva. Las necesidades emocionales van cambiando, y lo que hoy resulta adecuado puede que mañana no. Revisar cómo se va sintiendo uno a lo largo de la terapia es también parte del proceso de cuidado mental. La modalidad perfecta va a ser la que mejor se adapte a la persona, en la que se sienta que se avanza y que realmente se está siendo acompañado.


