El octogenario solo pudo salir de su casa en una ocasión pero hoy vuelve a pisar su bar de confianza con sus amigos
Usar el ascensor, misión imposible para los vecinos afectados por la DANA: "Se me rompe el alma verlo así"
ValenciaHace medio año salía a la luz la historia de Eugenio, un vecino de Alfafar que tiene 80 años y está enfermo. La DANA estropeó el ascensor de su vivienda y no había podido pisar la calle en meses, salvo cuando voluntarios de la Cruz Roja consiguieron que pudiera bajar para ir al entierro de su hijo. Ahora, casi 11 meses después, su edificio ha recuperado el ascensor y ya puede salir de casa, según informa en el vídeo Manu Reyes.
Exactamente 10 meses y 17 días después, la barrera que impedía a Eugenio salir de sus cuatro paredes por fin ha desaparecido. "Una alegría, ¿no?", comenta positivo. Su ascensor ya está en funcionamiento y esta primera vez en la calle ha sido muy emotiva. Ha salido con su nieta y con su hija.
Solo pudo bajar a enterrar a su hijo, muerto en la DANA
El octogenario comienza a padecer alzhéimer y sufre otras complicaciones que le afectan a la movilidad. Sale a la calle del brazo de su nieta, pues sin ese apoyo perdería el equilibrio. Quiere dirigirse al bar donde siempre se reunía con sus amigos, les echa de menos pero no recuerda dónde estaba el local. Quien sí se acuerda es su hija, que sabe como nadie cuánto ha sufrido su padre.
"Un principio de alzhéimer. Entonces, estar solo, estar sin ver a la gente, su cabeza pierde más", se lamenta Raquel Toledo. Pero la oportunidad del paseo no es lo peor que le arrebató la riada: "Bajó en una ocasión a enterrar a su hijo, que falleció en la DANA, y luego cuando tuvo que ir a los médicos". Fue gracias a voluntarios de la Cruz Roja que pudo salir entonces.
Sus amigos y familiares celebran y respiran aliviados
También ha estado ahí su nieta, Sheila: "Tantos meses en casa, a él le ha pasado mucha factura. Y a nosotras nos ha afectado demasiado". Tanto para ella como para su madre verle fuera por fin es una maravilla: "A mí verlo me hace llorar de alegría".
Llegan hasta su bar habitual, que se vuelve una fiesta. Todos sus conocidos van a saludarle y recibirlo en su segunda casa por primera vez desde hace tanto. Su nieta asegura que todo el barrio preguntaba por Eugenio: "Nostalgia, porque al final es que todos me preguntan por qué había dejado de venir. Y hoy por fin les ha visto a todos".
Un abandono inexplicable de quienes peor lo están pasando
Ahora solo sienten felicidad y alivio, pero han sido demasiados meses en un infierno en el que Sheila y Raquel se han preguntado en muchas ocasiones cómo pueden las compañías dejar a un anciano en estas condiciones. "No debería de ser así. Yo sé que las empresas no tienen la culpa porque no tienen mano de obra, pero tenían que tener prioridad sobre todo con la gente mayor, con la gente que lo está pasando mal", asevera su hija.
Un testimonio que nos recuerda que quedan cientos de ascensores por arreglar desde la inundación y nos hace preguntarnos, ¿cuántos Eugenios quedan atrapados en sus hogares?


