Los drones infrarrojos del Equipo Pegaso de la Guardia Civil que se convierten en los ojos de los agentes en la extinción de incendios
Los drones infrarrojos van equipados con cámaras térmicas que permiten detectar focos de calor a distancia
Un cortafuegos de agua salva del fuego a Ribadelago, Zamora y a la central hidroeléctrica de Moncabril
Los drones infrarrojos de la Guardia Civil desempeñan un papel clave en la lucha contra los incendios forestales. Equipados con cámaras térmicas, inspeccionan zonas inaccesibles y detectan puntos de calor con precisión milimétrica. Gracias a su agilidad y alcance desde el aire, contribuyen a reducir los tiempos de respuesta.
El equipo Pegaso y la Unidad Especial de Drones operan para supervisar el avance de las llamas. Sus sensores térmicos penetran en el humo y la oscuridad, revelando focos incandescentes ocultos en medio de terrenos ennegrecidos. Este monitoreo resulta fundamental cuando las condiciones meteorológicas cambian y el fuego puede reactivarse sin aviso.
Espías desde el cielo
Estos aparatos actúan como espías desde el cielo y permiten mapear la topografía de las áreas afectadas. La información transformada en mapas asiste a los puestos de mando a coordinar recursos y diseñar estrategias de ataque y contención. Así, se optimiza la asignación de brigadas, el despliegue de maquinaria pesada y la gestión de aviones y helicópteros.
Durante las horas críticas, los datos en tiempo real facilitan la toma de decisiones al priorizar zonas de riesgo y anticipar rebrotes. El contraste entre imágenes diurnas e infrarrojas ofrece una visión completa del perímetro y el corazón del incendio. Esta ventaja táctica ayuda a reducir el impacto ecológico y proteger a las poblaciones cercanas.
En los últimos días, con la tregua en las temperaturas, estos drones han reforzado las labores de vigilancia para evitar la propagación de brasas ocultas. Cualquier punto caliente detectado es rápidamente comunicado al dispositivo de extinción, que puede intervenir de inmediato.
