Consejo culinario

Vacaciones en un hotel: esta es la comida que nunca deberías pedir al servicio de habitaciones

Servicio de habitaciones. Getty Images
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En pleno siglo XXI, el servicio de habitaciones sigue vendiéndose como una experiencia casi de lujo, una forma de extender el confort de la cama hasta la gastronomía. Pero tras la tapa plateada que oculta muchos de estos platos, servidos a la puerta de una suite, se esconden en ocasiones decepciones culinarias, ingredientes empapados y precios totalmente desorbitados. Tanto es así que diversos expertos en restauración y chefs con experiencia en el sector coinciden: hay ciertos alimentos que conviene evitar cuando se trata de pedir comida directamente desde la habitación.

Lo que debería ser un placer discreto, como cenar en albornoz con vistas a la ciudad o la playa, termina en ocasiones como un bocado blando, frío o simplemente incomible. Según Financial Times, el servicio de habitaciones ha perdido calidad a medida que los hoteles han ido externalizando cocinas, reduciendo personal o han optado por ofrecer propuestas precocinadas y sin alma. La actriz Elle McLemore lo demostró recientemente en redes sociales al descubrir que su sofisticada "pasta cacio e pepe" era en realidad un plato congelado de supermercado.

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Platos que no soportan el trayecto

Uno de los grandes errores del comensal hambriento es pedir platos cuya textura o temperatura son una parte esencial de su atractivo. Los expertos coinciden en que los alimentos fritos, como sería el caso de las patatas, croquetas o tempuras, pierden completamente su textura durante el trayecto hasta la habitación. "La tapa atrapa el vapor y convierte lo crujiente en una masa húmeda", explica un chef. Lo mismo ocurre con la pasta: una carbonara o unos macarrones con queso llegan a la puerta casi siempre pasados y pegajosos, sobre todo si se han cocinado con antelación y reposan bajo lámparas de calor o bandejas térmicas.

Los desayunos complejos también deben evitarse. Las tostadas llegan reblandecidas, los huevos revueltos se enfrían demasiado rápido y los benedictinos se acaban convirtiendo en una emulsión de yema cuajada y salsa agria. Lo mismo ocurre con el café, que al estar almacenado en termos metálicos, tiende a oxidarse y perder aroma. Otros platos como las ensaladas ya aliñadas, los pescados más delicados o cualquier producto con salsas calientes encima de ingredientes fríos (como las burratas) también figuran en la lista negra.

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Comida gourmet... de supermercado

No es solo una cuestión del tiempo de transporte, ya que se están dando casos de hoteles que recurren a platos precocinados, para después hacerlos pasar por propuestas más sofisticadas cuando los leemos en la carta. Sin embargo, la dura realidad es que han salido del congelador. 

En este sentido, se han visto en redes sociales distintas comparativas entre platos en hotel y de restaurantes de comida rápida, con resultados sospechosamente similares. Coincidencias no solo en el sabor, sino incluso en términos de emplatado. Esto no solo ha encendido la polémica, sino que también ha abierto un debate legal: ¿hasta qué punto puede un establecimiento anunciar como casero algo que no lo es?

La erosión del servicio de habitaciones también responde a otros factores. Según el bloguero de viajes Gary Leff, la pandemia sirvió como excusa para recortar servicios de valor añadido en hoteles, como la limpieza diaria o el room service nocturno, sin bajar los precios de las habitaciones. En muchas ciudades, pedir comida a domicilio a través de aplicaciones como Uber Eats o Glovo resulta más fresco, económico, e incluso variado que ceñirse al menú cerrado que ofrece un hotel.

¿Qué sí puedes pedir al servicio de habitaciones?

No todo está perdido. Algunos platos sí que son capaces de resistir bien el trayecto hasta la habitación. Las pizzas, los sándwiches con ingredientes resistentes (como embutidos o quesos curados) y ciertos wraps o platos fríos desmontables (como ensaladas sin aliñar o embutidos acompañados de pan) se salvan. Por eso, siempre que pidas una ensalada en el hotel, es mejor opción pedir los aderezos aparte, para así evitar humedades. Además, no te olvides de ser cortés y darle una pequeña propina adicional si el servicio ha sido eficaz y cuidadoso. Al fin y al cabo, hay que cuidar de las personas que están al cargo de nuestra comida.

En definitiva, el room service es hoy más que ayer una trampa de marketing, en lugar de un lujo gastronómico. Pocas cosas pueden arruinar más una noche de vacaciones que una cena mal templada servida en bandeja de plata. Si lo que se busca es una experiencia realmente gourmet, es mucho mejor cerrar la carta del servicio de habitaciones del hotel y salir a descubrir la ciudad. Porque, como bien saben los viajeros expertos, la mejor comida rara vez llega envuelta en papel de aluminio.