Casas flotantes en embalses de España: dónde vivir una escapada diferente
La implementación de este tipo de alojamientos sigue pendiente de superar ciertos obstáculos
Si vas de glamping, esto es lo que deberías saber antes de reservar (y lo que no te cuentan)
Dormir sobre el agua, entre silencios que no se encuentran en tierra firme, ha aparecido como una experiencia cada vez más deseada por aquellos que buscan alejarse del turismo de masas sin renunciar al confort. Las casas flotantes, mucho más habituales en los canales de Ámsterdam o los ríos escandinavos, comienzan a anclar tímidamente sus cimientos en el turismo de interior español.
Estos gigantes hidráulicos que transforman el paisaje en espejos de calma y promesa se convierten así en protagonistas y candidatos a convertirse en tu próximo destino vacacional. ¿Existen ya alojamientos flotantes en estas láminas de agua? ¿Qué destinos apuntan a convertirse en referentes de este turismo acuático y sostenible?
Una tendencia en ebullición: entre lo pionero y lo potencial
España, con más de 1.200 embalses operativos, se convierte en un escenario único para este tipo de alojamiento. Sin embargo, la mayoría de casas flotantes actualmente ofertadas se concentran en puertos marítimos y dársenas urbanas, como ocurre en La Línea de la Concepción (Cádiz), donde el complejo Boat Haus Mediterranean Experience ha situado a esta localidad gaditana en el mapa de las escapadas originales.
Estas son una colección de microcasas flotantes con terraza privada, vistas al Peñón de Gibraltar y todas las comodidades de un hotel boutique: cocina equipada, aire acondicionado, baño completo y mobiliario nórdico. El reconocimiento internacional no se ha hecho esperar, ya que recientemente The Times incluyó este enclave en su lista de las 20 mejores mini escapadas de España.
Pero el verdadero reto, que a la vez también es la gran oportunidad, se encuentra en el interior. Diversos embalses como el de García de Sola (Extremadura), Bornos (Cádiz), Ulldecona (Castellón) o Zújar (Badajoz) ya cuentan con infraestructuras náuticas, áreas recreativas y posibilidades de baño, piragüismo o rutas senderistas. Sin embargo, la oferta de casas flotantes sobre estos cuerpos de agua permanece aún en estado embrionario. En plataformas como Airbnb o VRBO se detectan propuestas flotantes dispersas, pero su implementación sistemática sigue pendiente de superar ciertos obstáculos tanto técnicos, como legales y administrativos.
Qué se necesita para que una casa flote... legalmente
Instalar una casa flotante en un embalse no consiste únicamente en soltarla en el agua, y ya. Existen implicaciones ambientales, normativas y logísticas que deben atenderse con rigurosidad.
En primer lugar, el uso del dominio público hidráulico está regulado por las confederaciones hidrográficas, que exigen permisos específicos tanto para estructuras fijas como móviles sobre el agua. Además, debe garantizarse que el alojamiento no genere vertidos, que disponga de sistemas autónomos de depuración de aguas grises y negras, y que no interfiera con los usos prioritarios del embalse, como pueden ser el abastecimiento o regadío. La sostenibilidad, en este contexto, no es solo un valor añadido: es una condición sine qua non.
A ello se suma la necesidad de servicios básicos. No todos los embalses cuentan con acceso eléctrico, saneamiento o cobertura móvil, lo que obliga a optar por soluciones autosuficientes como placas solares, depósitos de agua potable o sistemas portátiles de gestión de residuos. Además, debe garantizarse el acceso seguro al alojamiento: un embarcadero sólido, señalizado y bien comunicado es imprescindible para asegurar tanto la logística del visitante como su seguridad.
Desde el punto de vista jurídico-fiscal, el alojamiento debe estar dado de alta como establecimiento turístico, cumplir con los requisitos de habitabilidad y declarar sus ingresos como cualquier otro negocio hotelero. En este sentido, las casas flotantes no pueden permanecer en un limbo regulatorio. Muchos de estos alojamientos operan en marinas privadas con normativas mucho más flexibles, pero los embalses exigen mayores garantías públicas.
Dormir sobre el agua: más que una postal, una vivencia inmersiva
La experiencia de alojarse en una casa flotante va mucho más allá del exotismo visual. Supone una forma de habitar el paisaje desde dentro, de ser parte del entorno sin invadirlo. Amanecer con el vaivén del agua, observar aves desde la cama, sumergirse en el silencio nocturno sin tráfico ni farolas… todo ello configura un tipo de turismo de reconexión, lejos de la lógica extractiva del todo incluido.
Además, permiten diversificar la oferta turística en zonas de interior habitualmente relegadas del circuito tradicional. El embalse de García de Sola, por ejemplo, cuenta con zonas de baño, rutas ornitológicas y un entorno natural que combina dehesa, bosque mediterráneo y avifauna acuática. Bornos, en Cádiz, integra el turismo fluvial con actividades como paddle surf, windsurf y vela ligera. Ulldecona y Zújar, por su parte, suman al atractivo acuático su cercanía a parques naturales, tradiciones locales y gastronomía de proximidad.
El astroturismo, que también está experimentando un auge sin precedentes en embalses como el de Gabriel y Galán, en Extremadura, se perfila como complemento ideal para estas casas flotantes. Observar la Vía Láctea reflejada en el agua desde una cama flotante no es un recurso poético: es una experiencia real que algunos alojamientos ya ofrecen.
