En verano trabajar en hostelería se convierte en un reloj sin horas. Hay que atender todo ese tiempo con la mejor sonrisa y a la hora de cobrar intentar que no se borre. Y aunque no todos los chiringuitos son iguales, a veces saltan ofertas incompresibles: 15 horas en jornada partida y hasta el cierre, seis días a la semana por 800 euros. Para evitar situaciones así el Gobierno se plantea más inspecciones en agosto, en su lucha contra la precariedad laboral.