Consumo

Autónomo o asalariado: qué compensa más si quieres ganar 30.000€ anuales

La pregunta no es cuánto se gana, sino cuánto se conserva. Freepik
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Pongamos que se quieren ganar 30.000 euros al año. Una cifra redonda que ronda el salario medio en España y que, a primera vista, parece suficiente para vivir con cierta comodidad. A la hora de escoger la forma de ganarlos, surge una pregunta: ¿compensa más ser autónomo o asalariado?

Las fronteras entre asalariados y autónomos se han vuelto difusas: hay empleados que teletrabajan y se organizan como un freelance y autónomos que dependen casi por completo de un solo cliente. Pero, ambos tienen distintas obligaciones fiscales. En el caso de un asalariado, su empresa asume parte de sus cotizaciones, mientras que una persona que trabaja por cuenta propia deberá asumirlas todas mes a mes, además del IVA y el IRPF, aunque puede deducir gastos y escoger su base de cotización.

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Cuál es el panorama legal y fiscal para 2026

Lo que nos vamos a encontrar es un escenario que continúa siendo exigente tanto para asalariados como para autónomos. Aunque ya se han aplicado grandes reformas de cotización y tributación, este nuevo ejercicio consolida algunos cambios importantes que afectan al bolsillo de todos.

La cotización por ingresos reales para autónomos, ya implantada plenamente

Para los autónomos, 2026 será el primer año completo en el que el sistema de cotización por ingresos reales esté funcionando a pleno rendimiento. Desde su entrada en vigor hace ya tres años, este modelo tiene como objetivo sustituir la antigua cuota fija: ahora, la cuota mensual se calculará según los rendimientos netos declarados. Esto quiere decir que un autónomo que gana 1.200 euros al mes pagará menos que uno que gane 3.000 euros, pero también debe saber que tiene que actualizar su base de cotización si sus ingresos cambian.

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El abanico de cuotas mensuales en 2026 seguirá oscilando aproximadamente entre 230 y 530 euros, dependiendo del tramo de ingresos. La cual hay que pagar se facture o no. A esta cuota hay que añadir el pago trimestral del IRPF y el IVA, lo que hace que la carga fiscal pueda suponer entre un 25% y un 35% de los ingresos brutos al año.

Las cotizaciones de los asalariados: más estables, pero más altas

En el caso de los trabajadores por cuenta ajena, las cotizaciones siguen siendo más predecibles, pero también algo más elevadas por la aplicación del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que añade un 0,7% adicional a las cotizaciones sociales con el objetivo de reforzar el fondo de pensiones.

Un trabajador con un salario bruto de 30.000 euros anuales aporta aproximadamente un 6,35% de su sueldo a la Seguridad Social, mientras que la empresa paga por él el otro 31% adicional en concepto de cotizaciones. El coste real de ese empleado para la empresa ronda los 39.000 euros anuales, aunque su nómina neta sea muy inferior.

Los asalariados, además, no tienen que preocuparse por declaraciones trimestrales ni liquidaciones de IVA ni nada de eso. Su empresa es la encargada de ingresar sus cotizaciones y de pagar las retenciones de IRPF cada mes, las cuales luego se regularizan en la declaración anual de la renta. No obstante, esta comodidad también significa menos margen de maniobra, ya que no pueden deducir gastos profesionales ni ajustar su base de cotización como sí lo hacen los autónomos.

IRPF y otros impuestos: lo que Hacienda se queda

En 2026, el IRPF mantiene su estructura progresiva, con ligeras actualizaciones por inflación en los tramos más bajos. Los tipos combinados varían dependiendo de la comunidad autónoma pero, a grandes rasgos:

  • Ronda el 19%, hasta 12.450 euros.
  • Sube al 24%, entre 12.450 y 20.200 euros.
  • Se aplica un 30% aproximadamente, de 20.200 a 35.200 euros.
  • Se dispara a un 45%, a partir de 60.000 euros en algunas regiones.

Esto quiere decir que tanto un autónomo como un asalariado que gane unos 30.000 euros brutos anuales tributa de media un 23-25% efectivos, aunque los autónomos pueden reducirlo gracias a las deducciones por actividad económica, cuotas o gastos justificados.

El Gobierno ha anunciado para 2026 pequeñas medidas de ajuste destinadas a aliviar la carga de los trabajadores con rentas medias y bajas, en línea con la evolución del SMI, que podría superar los 1.200 euros mensuales, entre ellas deducciones por hijos y vivienda habitual.

En cuanto a los autónomos, la Agencia Tributaria ha prometido simplificar el sistema de deducciones mediante una plataforma digital de facturación electrónica obligatoria, la cual va a entrar en vigor de manera progresiva a partir del próximo año. Su objetivo es reducir el fraude y facilitar la justificación de gastos profesionales.

Autónomo y asalariado: ¿cuánto queda después de impuestos y cotizaciones?

Llegar a esos 30.000 euros netos anuales no cuesta lo mismo según cómo se trabaje. Un asalariado necesita un sueldo bruto cercano a los 42.000-43.000 euros para quedarse con esa cantidad, ya que entre cotizaciones e IRPF se va casi un 30% de su nómina.

Un autónomo, debe asumir íntegramente su Seguridad Social, los pagos trimestrales y sus propios gastos, tendría que facturar entre 45.000 y 50.000 euros al año para poder conseguir ese mismo nivel de ingresos reales. A cambio, puede deducir gastos y ajustar su base de cotización, pero sufre más inestabilidad y menos protección social. Al final la diferencia no está solo en lo que se paga, sino en lo que se recibe a cambio: estabilidad y cobertura frente a flexibilidad y control sobre los ingresos.