Consumo

Así está cambiando la inflación la forma en que compramos: 5 nuevos hábitos del consumidor

El consumidor es mucho más exigente y está más informado que antes. Freepik
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La inflación no solo vacía poco a poco el bolsillo de los consumidores, sino que también modifica su forma de comprar, planificarse y valorar cada euro que se gasta. En España, el aumento sostenido de los precios en los últimos años ha obligado a millones de hogares a reinventar sus rutinas de consumo, adaptándose a un escenario en el que llenar la nevera, repostar combustible o renovar cualquier prenda del armario necesita de unos cálculos nunca vistos. Aunque los picos del 2022 y 2023 parecen cosa del pasado, el coste de vida sigue siendo sensiblemente más alto que hace cinco años, y eso, inevitablemente, ha dejado huella.

Las decisiones ya no se toman solo comparando precios, sino que entran en juego factores como la durabilidad, la utilidad real, la ética de producción y hasta el valor emocional a la hora de gastar. La inflación está moldeando una nueva cultura de consumo en la que el ingenio y la estrategia se han convertido en herramientas de supervivencia.

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En España, entre marzo de 2020 y marzo de 2024, se produjo una pérdida de poder adquisitivo cercana al 20%, impulsada especialmente por las subidas del 30% en energía y alimentación. Aunque el índice de precios ha bajado desde los picos del 11%, en 2025 aún continúa por encima del 2,5%. Este contexto está fomentando estrategias de consumo completamente renovadas, dando lugar a 5 nuevos hábitos que compartiremos en este artículo.

Trading down: bajar de marca para estirar el presupuesto

Esta tendencia consiste en comprar marcas intermedias o blancas en lugar de las premium. Según Kantar, los consumidores españoles están cada vez más dispuestos a cambiar entre distribuidores o apostar por marcas propias que den más por menos. Este cambio está directamente vinculado con la erosión del salario real y el creciente descontento generalizado con los precios actuales. La elección ya no es sólo calidad vs. precio, es encontrar un valor tangible en cada gasto.

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Shrinkflation: más caro, pero más pequeño

Otro fenómeno silencioso que se está dando es la shrinkflation: marcas que reducen el contenido del envase sin ajustar su precio. Se puede ver en cafés o incluso, el papel higiénico. El consumidor recibe menos producto, pagando lo mismo. Esta es una táctica que busca mantener los beneficios que se generaban sin tener que confrontar directamente al consumidor con aumentos de precio visibles. Esta técnica se considera que tiene un impacto pequeño en términos globales de inflación, pero su efecto psicológico y presupuestario en los consumidores es notable.

Reducir gastos no esenciales sin renunciar al placer

La inflación ha llevado a muchas familias a recortar gastos no esenciales, pero no por ello se debe renunciar a los pequeños placeres. Muchas han reducido en gran medida las salidas a comer fuera, comprar ropa por comprar o elementos tecnológicos innecesarios, pero cada vez más consumidores optan por la “austeridad selectiva”: eliminar suscripciones que no se utilizan, evitar compras compulsivas o escoger marcas más económicas, reservando parte del presupuesto para experiencias que realmente puedan aportar valor. Se debe buscar la manera de preservar la estabilidad financiera pero también el bienestar personal.

Comprar conscientemente

El consumo responsable ha dejado de ser una moda para convertirse en una prioridad. Según un estudio de la OCU, el 62% de los consumidores españoles afirma que valora mucho más la durabilidad y el origen de los productos por encima del precio más bajo, siempre y cuando encaje en su presupuesto. Esto ha llevado a prácticas como escoger alimentos de temporada y proximidad, priorizar productos con certificaciones sostenibles, reutilizar y reparar antes de sustituir, o recurrir a plataformas de segunda mano para alargar el ciclo de vida de los objetos. La clave está en equilibrar sostenibilidad y economía: apostar por productos que, aunque tengan un coste inicial algo más alto, resultan más rentables a largo plazo, evitando las compras que pueden ser baratas ahora pero terminan siendo más caras.

Hipersensibilidad al precio, los e-commerce han transformado la manera de comprar

La inflación ha convertido a los consumidores españoles en auténticos cazadores de ofertas y en esto ha ayudado mucho el e-commerce. Incluso en una compra presencial, es habitual que antes de pagar el cliente compare precios con su móvil o muestre al dependiente una oferta online para negociar un descuento. Esta dinámica, según datos de Kantar, ha crecido un 35% desde 2022 obligando a los comercios tradicionales a adaptar su estrategia adaptando los precios o lanzando promociones exclusivas para fidelizar.

También están aumentando las aplicaciones que alertan de bajadas de precio en tiempo real, y los grandes comercios combinan ofertas flash online con recogida en tienda para atraer tráfico físico. El resultado de esto es un consumidor mucho más informado y exigente, que ya no distingue entre canales de venta y busca siempre la mejor relación calidad-precio sin importar la manera de conseguirlo.