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Qué es la inflación silenciosa: por qué compras menos por lo mismo y cómo combatirla

Supermercado. Redacción digital Cuatro
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En los últimos meses, quizá hayas notado que algunos productos habituales duran menos, aunque aparentemente estés comprando exactamente lo mismo. Lo que debes saber es que no se trata de una percepción subjetiva, ni tampoco una simple casualidad. Se trata de la llamada inflación silenciosa o "reduflación", una estrategia comercial cada vez más extendida, que provoca una pérdida real de valor que a menudo pasa inadvertida por el consumidor.

Este fenómeno, cada vez más común en épocas de inflación generalizada, afecta directamente al bolsillo y puede generar una sensación de desconcierto entre los consumidores. 

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Esta inflación silenciosa, conocida técnicamente como reduflación (del inglés "shrinkflation"), consiste en mantener estable el precio de un producto al tiempo que se reduce sutilmente la cantidad, el tamaño o la calidad del mismo. Así, las marcas buscan sortear la subida directa de precios, manteniendo la ilusión de estabilidad económica para el consumidor, mientras en realidad están encareciendo indirectamente el producto. Un ejemplo sería ese paquete de galletas, que antes contenía 20 unidades, pero ahora puede traer solo 18, a la vez que mantiene el mismo precio y envase.

¿Por qué las empresas recurren a esta práctica?

La razón principal detrás de esta estrategia es el encarecimiento de las materias primas, energía y transporte. En lugar de aumentar directamente los precios, lo que podría desanimar inmediatamente al consumidor, las empresas optan por reducir discretamente la cantidad o calidad del producto. Según señalan expertos económicos, esta maniobra permite mantener la rentabilidad, sin llegar a despertar una sensación de alarma entre los consumidores menos atentos.

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Miguel Córdoba, profesor de economía financiera en la Universidad CEU San Pablo, señala que "esta práctica se da especialmente en épocas de elevada inflación, cuando las empresas intentan mantener sus márgenes sin que ello afecte directamente a la percepción de precio por parte del cliente".

Uno de los ejemplos más frecuentes de esta práctica lo vemos en la alimentación. Chocolates, patatas fritas, cereales, galletas o lácteos suelen ser productos comunes donde se aprecia claramente esta estrategia. Un informe reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) destacaba que en 2024, aproximadamente el 7% de los productos analizados en supermercados españoles habían sufrido reducciones en su contenido sin modificar el precio aparente.

La higiene personal también es un ámbito frecuente para esta inflación silenciosa. Algunos fabricantes han reducido discretamente la cantidad de producto en champús o geles de baño sin variar significativamente el tamaño del envase, dificultando de esta manera que el consumidor perciba claramente la diferencia.

¿Cómo afecta esto al consumidor?

Esta práctica genera una confusión adicional en un momento en el que el consumidor ya se enfrenta a grandes desafíos económicos por la inflación generalizada. A medio plazo, la reduflación puede producir un deterioro grave en la confianza de los consumidores hacia determinadas marcas o productos específicos, especialmente cuando estos cambios acaban siendo percibidos por los compradores.

Además, hay que ser conscientes de que la reduflación provoca una pérdida de poder adquisitivo indirecta que puede llegar a ser muy significativa, ya que se traduce en que compramos menos producto por la misma cantidad de dinero sin darnos cuenta claramente de ello. 

Cómo detectar y combatir la inflación silenciosa

Para protegerse frente a la reduflación, los expertos ofrecen algunas recomendaciones prácticas:

  • Comparar el precio por unidad o por kilo: Una práctica fundamental que facilita la detección de estos cambios sutiles. Todos los supermercados están obligados por ley a mostrar el precio por kilo o litro en las etiquetas de precio, lo que permite comparar de forma rápida y eficiente.
  • Revisar regularmente los productos habituales: No dar por hecho que el contenido siempre es el mismo es clave. Comprobar periódicamente si hay cambios en peso o volumen del producto ayuda a evitar sorpresas desagradables.
  • Comprar marcas blancas: En algunos casos, las marcas blancas son menos susceptibles a la reduflación, ya que tienen más presión competitiva para mantener estables cantidades y precios.
  • Denunciar públicamente las prácticas abusivas: La presión social y la denuncia pública en redes sociales o a través de asociaciones de consumidores puede disuadir a las empresas de recurrir a esta estrategia.

El papel de las autoridades

Desde organizaciones de consumidores, como la OCU, se demanda a las autoridades una regulación más estricta para que los fabricantes tengan que informar claramente de cualquier cambio en el producto, especialmente cuando afecte al peso, volumen o cantidad sin modificación de precio.

En este contexto, la transparencia se convierte en una herramienta clave para proteger al consumidor. Según Córdoba, "una normativa más clara y estricta sobre la información en etiquetas podría reducir significativamente la aplicación de estas prácticas que, aunque legales, pueden considerarse éticamente cuestionables".

La inflación silenciosa o reduflación es una realidad económica cada vez más presente en la cesta de la compra. Conocer esta estrategia y aprender a identificarla es fundamental para mantener un consumo responsable y proteger el presupuesto familiar. Ante estos desafíos, la información, la atención al detalle y la presión colectiva para exigir mayor transparencia pueden ser las mejores herramientas para defenderse de esta inflación invisible pero palpable en el día a día.