Aníbal Bueno, fotógrafo y viajero: “Hay unos valores universales de respeto a la vida y ayuda al prójimo”

Aníbal Bueno, fotógrafo y viajero: “Hay unos valores universales de respeto a la vida y ayuda al prójimo”
Una imagen de Aníbal Bueno, fotógrafo y viajero. Realización: Gabriel Pérez Iglesias
  • El explorador, documentalista de ‘culturas olvidadas’, publica ‘Marcas en la piel’, una exploración antropológica de la identidad y el dolor

  • “Todo el mundo anhela lo mismo: ser feliz, tener comida y encontrar una explicación para lo inexplicable”, explica

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Las modificaciones corporales, que abarcan tatuajes, piercings, escarificaciones y cortes, no son una simple moda pasajera, sino una necesidad profunda y ancestral que ha acompañado a la humanidad durante milenios. Así lo revela la obra del fotógrafo Aníbal Bueno‘Marcas en la piel: Una visión antropológica de las modificaciones corporales’ (Ed. Pinolia), que examina el cuerpo humano como un lienzo inmemorial donde se inscriben historias, creencias y anhelos.  

La evidencia de esta práctica se remonta a la prehistoria, como lo demuestra el hallazgo de Ötzi, la momia natural más antigua encontrada en los Alpes, cuyo cuerpo lucía diversos tatuajes. De igual manera, el descubrimiento de un hueso de canguro de más de 50.000 años, diseñado para adornar una perforación en el tabique nasal, atestigua que el arte corporal es una de las prácticas más antiguas de la humanidad. 

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La motivación fundamental para modificar el cuerpo, en todas las culturas y épocas, radica en la construcción de la identidad. El cuerpo actúa como una carta de presentación y un lenguaje no verbal crucial para la supervivencia social. A través de cicatrices y adornos, los individuos marcan su pertenencia a un grupo, expresan sus diferencias y hacen visible aquello que sienten en su ser más profundo.  

“Todo el mundo anhela lo mismo: ser feliz, tener comida y encontrar una explicación para lo inexplicable”, explica en una entrevista con Noticias Cuatro. “Hay unos valores universales de respeto a la vida y ayuda al prójimo”, añade.  

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Todo el mundo anhela lo mismo: ser feliz, tener comida y encontrar una explicación para lo inexplicable

Los tatuajes, perforaciones y escarificaciones poseen una clara intención comunicativa, implicando un compromiso mayor y más solemne con el mensaje que se transmite visualmente, a menudo de por vida. Estos signos distintivos son esenciales para expresar pretensiones, logros y miedos ante el colectivo. 

En las culturas indígenas, el tatuaje se desarrollaba como un poderoso lenguaje visual de la piel. Lejos de ser meros adornos, registraban de forma permanente historias de vida, ritos de paso, vínculos ancestrales, valores espirituales y logros comunitarios.  

Un elemento inseparable de la modificación corporal es el dolor y el sacrificio, que le otorgan una dimensión adicional a la experiencia de transformación. En muchas culturas, el sufrimiento controlado es activamente buscado, ya que libera endorfinas y permite al individuo trascender y conectar con el bienestar o el éxtasis.  

En la sociedad contemporánea occidental, aunque el tatuaje y el piercing han sido ampliamente normalizados, el impulso de modificarse sigue siendo un acto de construcción identitaria. Las modificaciones permanentes se han convertido en vehículos de lucha y protesta social para diversos colectivos, una forma de ejercer control sobre el cuerpo y transgredir los convencionalismos estéticos.