Buñol se embadurna de rojo en su Tomatina más especial: con el lema 'tomaterapia' para buscar un desahogo colectivo tras la DANA
En la celebración se han visto numerosas muestras de apoyo a la causa palestina
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ValenciaEn los calendarios de las ciudades hay fechas marcadas en rojo intenso por su significado para los vecinos y porque atraen miles de personas y mucha felicidad. Desde la Feria de Sevilla a los Sanfermines en Pamplona, la más roja de todas se celebra en un pequeño pueblo valenciano: Buñol. Aquí, la histórica y peculiar Tomatina ha vuelto a tener lugar este miércoles como todos los años. Con lleno total, además, informa en el vídeo Oreto Alejo.
Durante una hora miles de personas han teñido de rojo las calles de Buñol lanzándose 120.000 kilos de tomates procedentes de Extremadura. La Tomatina es una de las fiestas más internacionales de nuestro país. Unas 22.000 personas procedentes de todo el mundo han decidido que no querían perderse esta cita declarada fiesta de interés turístico internacional.
22.000 personas de todo el mundo listas para mancharse
Los más acérrimos llevan meses esperándola. Se viste de blanco y se preparan para su fiesta favorita. "Venimos aquí con todo el kit de guerra: la gafa, la camiseta", anuncian un padre y su hijo. Un festival que atrae turistas de dentro y de fuera del país. "Austríaco", "de Canadá", "desde México", o "de aquí, de Mislata", todos juntos para celebrar un festejo de lo más original.
Van preparados con sus camisetas blancas, e incluso ponchos para protegerse de la sopa de tomate. Pero el blanco va a durar poco, porque los miles de kilos de tomates se van a encargar de teñirlo absolutamente todo rápidamente.
'Tomaterapia': un desahogo colectivo del trauma de la DANA
Este año el lema del evento es "tomaterapia", pretendiendo ser un símbolo de superación y recuperación así como una forma de diversión y desahogo colectivo tras la DANA. También se han dejado ver varias banderas palestinas por parte de los participantes, importante en un festival que atrae la mirada internacional.
Durante una hora los miles de asistentes han disfrutado del lento desfile de los camiones que portaban los tan ansiados tomates. Rápidamente comenzaba un bombardeo incesante del que era imposible guarecerse. Tras el paso de los camiones, solo quedan las calles inundadas de tomates, una sopa que habrá que limpiar, pero que en la que de momento los asistentes se embadurnan, intentando conseguir que no quede ninguna parte del cuerpo sin pulpa de tomate.
