Con Esos días azules, la periodista Esos días azulesNieves Herrero
El título de la novela parafrasea el último verso encontrado en el gabán del poeta tras su muerte en el exilio en el pueblo francés de Colliure: «Estos días azules, este sol de la infancia.» La novela recrea así «los días azules» que ambos compartieron, desafiando las reglas establecidas en aquella sociedad de finales de los años veinte y, en ese sentido, el subtítulo («En el amor, la locura es lo sensato») define perfectamente la intensidad con la que ambos vivieron esa relación, con las palabras del propio Antonio Machado.
La novela incluye fotografías y escritos inéditos aportadas por su nieta, Alicia Viladomat, que contactó con Nieves Herrero para que escribiera la historia de su abuela. Una historia que fue secreta hasta que la propia Pilar, antes de morir, dejó por escrito que ella era Guiomar, que Guiomar sí había existido y que no era fruto de la imaginación del poeta.
Pilar de Valderrama fue poeta y escritora. Una mujer comprometida con la época que le tocó vivir, que pertenecía al Lyceum Club donde se asociaron las mujeres intelectuales de la época. Se da la circunstancia de que Antonio Machado y Pilar de Valderrama pertenecían a dos mundos distintos: ella era monárquica y él, republicano. Ella estaba unida a la sociedad burguesa y él, desde la modestia de su trabajo como maestro, a los movimientos intelectuales y a los grandes nombres que se implicaron en la llegada de la Segunda República. No obstante, pertenecer a dos mundos tan dispares no supuso ningún obstáculo para que ambos se enamoraran.
Su historia, que nació en 1928 y que duró hasta la muerte de Machado, es el eje de una novela que, a su vez, también nos adentra en la convulsa intrahistoria de esos años y en el contexto en el que se fraguó una difícil relación de amor entre un hombre viudo y una mujer casada y con tres hijos. Dos personas atrapadas en sus respectivas soledades, que un día se reconocen y se enredan en un amor imposible.