Recurrimos a la sentencia para salir de dudas y leemos: "La denunciante al encontrarse (...) en el lugar recóndito y angosto (...) rodeada por cinco varones, de edades muy superiores y fuerte complexión, (...) se sintió impresionada y sin capacidad de reacción.(...)". "Sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad". También, que en dos de los vídeos grabados por los sevillanos se ve a la joven "agazapada, acorralada contra la pared por dos de los procesados", y expresando "gritos que reflejan dolor". Y con todo esto concluyen que en este caso que no hay intimidación, por lo que no es agresión sexual. Pero sí prevalencia, es decir, que los acusados se aprovecharon de su superioridad para coartar la libertad de la víctima. Es muy delgada la línea que separa un delito de otro, porque es difícil probar esa intimidación. Que exista o no depende, en muchos casos, de la interpretación del propio juez.