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El 20 de junio es el Día Mundial de los Refugiados. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) estima que 82,4 millones viven como desplazadas forzosas en el mundo, una cifra sin precedentes históricos y que equivale al 1 por ciento de la población mundial. De estos 82,4 millones, al menos el 42 por ciento son menores de edad. Se cumplen además, 70 años de la Convención de Ginebra en la que se detallan los derechos de los refugiados, que no siempre se cumplen. La pobreza, los conflictos bélicos o el subdesarrollo son las principales causas de estos desplazamientos.
Hay 82,4 millones de personas desplazadas en todo el mundo. Muchos llevan años en esta stuación; algunos, generaciones enteras. Casi ni recuerdan lo que es tumbarse en un sofá. Huyendo por tierra muchos han muerto de hambre, huyendo por mar otros han fallecido ahogado y los que llegan tienen tantas carencias como vacíos legales que los ampares.
Atrapados en la situación, el refugio se ha convertido en el estilo de vida obligatorio de 26,4 millones de personas. El 68 proceden únicamente de cinco países: Siria (6,7 millones), Venezuela (4 millones), Afganistán (2,6 millones), Sudán del Sur (2,2 millones) y Birmania (1,1 millones).
“No tienen la ocasión para moverse ni hacia delante ni hacia atrás”, señala Manuel Sánchez Montero, director de Incidencias de Acción contra el Hambre, que insiste en que la mayoría no quieren venir a Europa, sino volver a sus casas: “Hay sirios en Líbano que te dicen: ‘yo es que estoy esperando el momento en que pueda volver".
Unos 250 000 refugiados volvieron a sus países de origen en 2020 --un 21 por ciento menos que en 2019--, mientras que otros 34 400 se beneficiaron de los programas de reubicación de ACNUR, si bien la agencia reconoce que estos traslados organizados han caído a niveles mínimos de la última década por al falta de plazas disponibles y las restricciones derivadas de la pandemia de COVID-19.
No obstante, según la Fundación Acción contra el Hambre el 85 por ciento de refugiados se quedan en países vecinos como Líbano, Jordania, y donde más número llegan es a Turquía con 3,7 millones. A Colombia van 1,7 millones; a pakistán, 1,4 millones; a Uganda, 1,4 millones; a Alemania, 1,2 millones.
El hambre y la guerra son el mayor desafío tras la sombras. “La guerra utiliza el hambre como un arma, un arma muy barata, un arma silenciosa que no genera casi ruido a nivel internacional”, explica Sánchez Montero.
La pandemia se suma a esta realidad, dejando un panorama actual de 250 millones de afectados por el hambre en el mundo ya que la pandemia no ha dejado trabajar a mucha gente que vivía solo de es.
En España se cuentan 600 000 atendidos más en Bancos de Alimentos desde la pandemia, pero no en todos los países existe esta opción y 9 millones de menores de 5 años mueren cada año en el mundo por desnutrición severa aguda, una bofetada de realidad ante un problema global.
“Igual que no podemos atacar el tema de las vacunas y la inmunidad país por país, sino de forma global; también tenemos que hacer esto de forma global”, indica Sánchez Montero.
Una vacuna contra el hambre y la amnesia selectiva podría se nuestro próximo gran reto mundial.