En primer lugar, cuando vemos a un perro agresivo lo mejor es no acercarse. Tampoco debemos mirarles a los ojos. Una de las situaciones más habituales es salir corriendo o gritar, que también está totalmente desaconsejado.
La reacción más adecuada es quedarnos quietos. En el caso de que el perro se nos aproxime, debemos dejar que nos huela, incluso acercándoles la mano. En el caso de que el perro muerda, no debemos gritan ni alterarnos en exceso, ya que el can también se tensará e irá a peor.
Debemos acompañar la mano con la mordida para evitar desgarro. Tenemos que intentar que sea el perro el que deje de morder y no retirar la mano bruscamente, ya que los daños pueden ser peores. Para conseguir que suelte y deje de morder, debemos tirar hacia arriba de la correa, provocando una pequeña asfixia y así abrirá la boca y nos soltará.
En caso de estar mordiendo a otra persona, debemos mantener la calma, ya que el pánico altera más al animal, y levantarle por los cuartos traseros. Así, el perro dejará de morder a la persona aunque hay que estar atentos porque puede intentar morder a la persona que lo sujeta.