Mark Watkins pescaba con su padre apaciblemente en las costas de Bunbury, al oeste de Australia, cuando se encontraron con una extraña figura que en un principio y debido la dificultad para identificarla pensaron que era el casco de un barco o incluso un globo aerostático.
Cuando se acercaron, descubrieron la triste realidad. Se trataba del cadáver de una gran ballena que, a juzgar por el olor que desprendía el cuerpo, llevaba varios días muerta.
"Su estómago estaba lleno de gas, por eso estaba tan hinchado" declaró el pescado, informa el diario británico 'Mirror'. Pero este no fue el único encuentro que la pareja tuvo durante su jornada de pesca. También avistaron un gran tiburón blanco en la zona, aunque afirman que nunca cerca del cadáver, que ya había sido parcialmente devorado por otros peces.