Que los padres influyen en el desarrollo físico e intelectual de los hijos no es algo que nos llegue por sorpresa. Físico en tanto que son ellos quienes les proporcionan desde incluso el vientre de la madre el sustento que necesitan para sobrevivir, e intelectual debido a la educación que les dan y les permiten recibir.
Pero, ¿que su actividad física influya en nuestra salud? Es una idea que a priori nos podría parecer un disparate, pero lo cierto es que hay un reciente estudio realizado por Stanford, miembro del Centro de Investigación de Diabetes y Metabolismo del Estado de Ohio, que lo demuestra usando como modelo un ratón. El equipo alimentó a roedores machos con una dieta normal y otra alta en grasas durante tres semanas. Algunos ratones eran sedentarios y otros no. Los animales se reprodujeron y sus descendientes comieron una dieta normal en condiciones sedentarias durante un año. Los investigadores concluyeron que la descendencia de los progenitores que hacían ejercicio mejoró el metabolismo de la glucosa, reduciendo asimismo la masa corporal.
Lo interesante del experimento es que los hijos cuyos padres fueron alimentados con una mala dieta nacieron más intolerantes la glucosa, pero el ejercicio negó ese efecto. En cuanto el padre hizo ejercicio, la salud metabólica mejoró en los hijos adultos. Se descubrió también que el ejercicio provoca cambios en la genética del esperma del padre, que influye directamente en los hijos.
Para conocer si esto podría trasladarse a los humanos, sería curioso pedirle a un futuro papá que hiciese ejercicio moderadamente para comprobar si afectaría a la salud del esperma y en la salud a largo plazo de sus hijos.
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