Cuando el planeta entero está sumido en la lucha contra la expansión del coronavirus; cuando creíamos que el confinamiento mundial del hombre estaba, por lo menos, paliando los niveles de contaminación; y cuando las especies marinas y terrestres están volviendo a explorar lugares (como los delfines en los canales de Venecia) que les habíamos “robado”, un nuevo mazazo biológico preocupa a los científicos.
De forma súbita, se ha registrado en el Polo Norte de La Tierra una “notable perdida de ozono” de la que no encuentran una clara explicación. Los científicos no descartan que pueda agrandarse o desplazarse en el mes de abril y están preocupados por la incidencia de los rayos ultravioletas que se puedan registrar. Por el contrario, el gran agujero de la capa de ozono de la Antártida, se ha reducido a mínimos históricos, a los niveles de hace 30 años.