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Iker Jiménez ha regresado al barrio de Vitoria donde creció y pasó su infancia y se dio cuenta que nada era como él recordaba. Los viejos comercios estaban cerrados, y la gente ya no era la misma. El presentador tiene muy claro que en este mundo tan rápido, “o uno evoluciona y no se queda antiguo, o tiende a la extinción. Hay que evolucionar permanentemente, lo que no evoluciona no vale”.