Todo comenzó a finales de 2017 cuando se descubrió que algunas páginas webs colgaban vídeos pornográficos protagonizados por famosas actrices. Lejos de la realidad, todo se trataba de un juego de manipulación casera con el fin de suplantar la verdadera identidad de una persona por un rostro mundialmente conocido. Celebrities como Emma Watson o Gal Gadot denunciaron la violación de los derechos de imagen por estos hechos tras sufrir la falsificación de sus rostros para hacerlas pasar por actrices del porno.