Las apariciones de la Virgen María, sobre a partir del siglo XIX, generaron la proliferación de diferentes santuarios como el de Fátima en Portugal o Lourdes en Francia, donde acuden millones de peregrinos católicos en busca paz espiritual y milagros. Menos conocida es la aparición de la Virgen en Knock (Irlanda).
Una noche de verano del 79, en este pueblo agrícola de pocas casas, una vecina dice ver algo raro en la iglesia, una especie de llamas. Varios vecinos aseguraban más tarde ver a la Virgen, a San José, a San Juan el Evangelista, una cruz, un cordero y un altar rodeado de ángeles en el frontón de la iglesia de Knock.
Fueron avisando al resto de vecinos, que comenzaron a rezar el Rosario. La aparición se mantuvo levitando durante dos horas, en silencio. Creaban ciertos efectos lumínicos y se podían ver a más de un kilómetro de distancia. Varios testigos pasaron de ese muro, pues querían tocar las figuras. Cuando una mujer llegó a ella, tocó la pared, lo atribuyó a algo milagroso.
Después de esto, las apariciones se comentaron por el pueblo y comunidades cercanas. El párroco comenzó a hacer campaña sobre este fenómeno y pronto llegaron curiosos y periodistas. Las cosechas habían sido malas ese año y se pensaba que volvía la hambruna. Este fenómeno hace que se desvíe la atención y se centre en algo inocuo.
En medio de esta crisis social y económica, comenzaron a surgir las sospechas hacia el clero, ¿había hecho todo esto para promocionar la fe cristiana? El párroco estuvo en el punto de mira pues, al registrar los testimonios, algunos no estaban de acuerdo. Comenzaron los rumores que apuntaban a “una aparición premeditada y había algo más detrás”.
Los diarios hablaban de una campaña o propaganda del milagro para convertirlo en un lugar de peregrinación. Muchos piensan que fue el párroco el hacedor del milagro porque era lo que necesitaban para superar las hambrunas. Aún así, a día de hoy, se siguen realizando peregrinaciones hasta el lugar desde todo el mundo.