Javier Fernández se marchó hasta New Jersey para seguir mejorando dentro del mundo del patinaje, junto a su primer entrenador. Durante su estancia en el país americano, Javier lo pasó realmente mal: “Me preguntaba por qué había elegido este deporte”. Además, no controlaba el idioma y, más adelante, se mudó a Rusia: “No era feliz, tenía depresión y ansiedad”.