La víctima cogió un taxi hasta la Ópera de Nueva York la noche en que fue asesinada. Castle sigue el rastro y acaba encontrándose con Beckett en el baño de chicas. Allí, descubren que una desonocida entregó un pendrive a la víctima y Castle cree que en realidad era una espía que trabaja como actriz para no levantar sospechas.