"La cuna del carnaval, de la samba, de la capoeira... Brasil nació en Salvador de Bahía". Aquí llegaron los barcos portugueses hace 500 años y la eligieron como primera capital del país. También conocida como "la ciudad de la alegría" tiene más de tres millones de habitantes. "Es muy fácil enamorarse de Bahía", dice Leticia que lleva más de 40 años hechizada por esta tierra.
De belleza desbordante, Salvador se tambalea por las desigualdades sociales. "Aquí no todos tenemos las mismas oportunidades", se lamenta Cabeza, vecino de una favela. "La riqueza está en manos de un 18% de la población", aclara Anastasio, director del Instituto Cervantes. Pero "son felices con muy poco, nosotros vivimos para trabajar, ellos trabajan para vivir, para disfrutar", defiende Daniel, casado con una bahiana.
El casco antiguo, el Pelourinho, tiene su propia banda sonora, sus calles coloniales invadidas de grupos de percusión que envuelven a los turistas con su magia. La bahía de Salvador es la segunda más grande del mundo, y en su costa hay más de 50 km de playas, su centro de reunión, el corazón de Salvador. Ribeira es la más popular, con familias y conciertos junto a la orilla. Stella Maris es la más sofisticada, reino de los surfistas. Son el destino turístico preferido de los brasileños.
"Tenemos casi 300 "días de sol al año", presume Patxi, que abandonó la fabrica en Bilbao para montar un chiringuito a pie de mar. Visitamos una de las
10 mejores playas de Brasil, Mangue Seco, un paraíso de dunas y 30 km de playa virgen al que solo se puede acceder cuando las mareas dejan.
Hoy en Callejeros Viajeros, Salvador de Bahía.