Tras un interminable viaje, llega el momento más esperado: cruzar la frontera en Idomeni para llegar hasta Macedonia. En un improvisado campamento, los cientos de refugiados podrán descansar en las tiendas de campaña instaladas por los voluntarios a la espera de que las autoridades macedonias les permitan pasar. A cuenta gotas, grupos de personas cruzan la frontera con las pocas pertenencias que tienen para intentar llegar a un lugar en el que sean tratados como seres humanos. Meritxell se ha despedido de las decenas de sirios con los que ha compartido 21 días y entre lágrimas se han deseado mutuamente la mejor de las suertes.