Pasó tres años y medio esperando a ser ejecutado en la silla eléctrica por una condena de doble asesinato. Aún recuerda las bromas macabras de sus carceleros y dice que en su tumbar sólo habría aparecido su número de preso.
Pasó tres años y medio esperando a ser ejecutado en la silla eléctrica por una condena de doble asesinato. Aún recuerda las bromas macabras de sus carceleros y dice que en su tumbar sólo habría aparecido su número de preso.