Es cierto que los compañeros influyen en el rendimiento académico, aunque no siempre de forma negativa, ya que pueden ser un motor de motivación
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En los pasillos de los colegios e institutos, y también en las conversaciones de padres en la puerta de clase circula la idea recurrente de que los compañeros tienen mucha influencia en sus hijos. O en su versión más dramática: “si se junta con malas compañías, irá mal en los estudios”. Pero, ¿qué tiene de real esta creencia? ¿Hasta qué punto pueden influir en un niño o adolescente los amigos, compañeros de pupitre o el grupo de clase?
La ciencia lleva años investigando este tema, y lo cierto es que no hay una respuesta sencilla. Sí, los compañeros de clase influyen, pero no de manera unidireccional ni siempre tiene que ser negativo. A veces esa influencia puede ser un motor de mejora, y otras, sí que es un obstáculo. Lo importante es distinguir los mitos de lo que realmente sostienen los estudios.
Los compañeros como espejo y referencia
Desde la psicología del desarrollo, se sabe que la infancia y la adolescencia son etapas donde los iguales actúan como un espejo social. A través de ellos, los niños comparan su rendimiento, ajustan sus expectativas y se motivan.
Los compañeros pueden servir tanto de apoyo como de modelo académico, influyendo mucho en su motivación y su compromiso escolar. Un estudiante que esté rodeado de amigos que valoran los estudios va a tender a esforzarse mucho más, mientras que si su grupo minimiza la importancia de las notas, puede sentirse desmotivado.
En muchas familias aún continúa la creencia de que juntarse con “malas compañías” terminará en fracaso escolar. Aunque es cierto que los adolescentes pueden imitar conductas de riesgo de sus iguales como el consumo de alcohol o el absentismo escolar, los expertos matizan que no todo se explica por los amigos, ya que el entorno familiar y escolar tiene mucho que ver en sus acciones.
No se trata de culpar a los amigos, sino de entender que el rendimiento académico va ligado a una red de influencias donde la familia, los profesores y el propio estudiante tienen un papel esencial. De hecho, no todas las amistades son un riesgo. En muchas ocasiones, los compañeros son un motor muy poderoso para el aprendizaje. El aprendizaje cooperativo se basa precisamente en que los alumnos aprenden más trabajando juntos que de manera aislada.
Además, hay que tener en cuenta el apoyo emocional que dan los amigos, el cual puede reducir el estrés asociado a los exámenes y aumentar la resiliencia frente a las dificultades escolares.
Mitos que se pueden desmentir
“Un alumno malo puede arruinar toda una clase”
Los alumnos con comportamientos disruptivos pueden tener un efecto negativo, pero no todos los alumnos “malos” lo son por igual, ni su impacto es siempre grande. Además, el efecto depende del número de estudiantes que tengan ese mismo perfil, de la disciplina que haya en clase y también, del liderazgo del profesor.
“Si mi hijo es el mejor, siempre lo beneficia”
Aquí la evidencia es mixta. Hay modelos como “luz brillante” en los que su presencia puede inspirar a otros, pero también se puede generar lo contrario. En ciertos casos, esa diferencia puede generar comparaciones negativas que desmotivan a quienes están más atrás, por lo que el impacto positivo sí que existe, pero no siempre.
“Solo las malas compañías importan; las buenas no”
Este es un mito bastante extendido, pero los estudios muestran que estar rodeado de compañeros motivados o con buenas notas sí que tiene efectos positivos reales, sobre todo en primaria. El efecto “contagio académico” funciona, sobre todo cuando la composición del aula no está muy distorsionada por diferencias grandes.
“En la universidad ya da igual quienes sean tus compañeros”
Es cierto que los efectos en la universidad son más modestos o inconsistentes, comparados con primaria o secundaria. Eso se debe a que los estudiantes ya tienen autonomía, mayor diversidad de contextos y más capacidad de escoger sus entornos.
“El nivel de los compañeros solo importa en asignaturas difíciles”
En realidad, la influencia de los compañeros no se limita a las asignaturas complejas. Los estudios también muestran que afecta al rendimiento en lectura, comprensión verbal e incluso en habilidades socioemocionales. El efecto de compañeros motivados siempre es significativo.
“Un buen profesor anula completamente la influencia de los compañeros”
Es cierto que un buen docente puede mitigar diferencias entre alumnos, pero no se pueden borrar del todo. La combinación de un buen profesor y un grupo motivado multiplica los resultados, pero incluso ni el mejor de los profesores en un entorno de niños desmotivados o indisciplinados puede evitar su impacto negativo.
“Solo los adolescentes son sensibles a la presión de los compañeros”
Aunque la adolescencia es la etapa más sensible a la influencia de los demás, la evidencia indica que es en primaria cuando los efectos son más fuertes. Los niños de 6 a 12 años son mucho más permeables al clima del aula y a la composición del grupo.


