La psiquiatra Marisol Roncero, sobre el Black Friday: “En los adictos a las compras, la felicidad se desvanece al abrir la caja del envío”

Esta especialista pertenece al centro de adicciones sin sustancia adscrito al Instituto de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón
“La motivación de esta adicción es un intento de aliviar tensiones y malestares emocionales”, añade la psiquiatra
Muchos profesionales de la salud mental consideran que la compra compulsiva, también conocida como ‘oniomanía’, es una adicción conductual o comportamental. No se trata de un simple gusto por comprar, sino de una absoluta falta de control sobre esta conducta, llevando a que la vida gire completamente en torno al acto de adquirir artículos. Y se acentúa en épocas de compras masivas como el Black Friday, Navidad o las rebajas.
Este comportamiento continúa a pesar de generar graves consecuencias económicas, familiares y psicológicas. La psiquiatra Marisol Roncero Rodríguez, del Centro AdCom IPSM del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, ha advertido que este fenómeno ha aumentado desde la pandemia y requiere atención y tratamientos específicos. En la actualidad, hasta un 5 % de la población podría padecer esta adicción.
“La motivación profunda de la adicción a las compras no es la necesidad real, sino un intento de aliviar tensiones y malestares emocionales”, explica esta psiquiatra en una entrevista con Noticias Cuatro. “Prometen una felicidad que se desvanece al abrir la caja del envío”, añade.
Este ciclo adictivo comienza con una sensación de malestar psíquico o un estado de ánimo bajo, seguido por la compra para intentar mejorar ese estado. Aunque la adquisición de artículos innecesarios genera un placer inmediato y efímero, es seguida por una sensación de arrepentimiento, vergüenza y culpa. El comprador compulsivo no busca el objeto en sí, sino "acallar el ruido interior, esa angustia existencial, esa soledad, ese aburrimiento o esa tristeza".
Algunas personas compran ropa y la acumulan sin estrenar, mientras que otras compran para regalar a familiares y amigos buscando sentirse queridas y aceptadas.
Esta adicción afecta mayormente a mujeres de mediana edad y jóvenes, siendo uno de los pocos comportamientos adictivos más frecuentes en las féminas. Cerca del 80 % de los casos se dan en mujeres de entre 45 y 55 años, aunque los casos han aumentado entre adultos jóvenes, especialmente en la compra 'online'. Las personas con este comportamiento compulsivo padecen en gran medida depresión, ansiedad, o trastornos de la conducta alimentaria.
Además, la cultura consumista, las rebajas, el Black Friday y la información constante de las plataformas de venta ‘online’ perpetúan esta compulsión, prometiendo una felicidad que se desvanece tan rápido como se abre la caja del envío.
De hecho, se estima que entre un 50 y un 90 por ciento de la población con compra compulsiva presenta también un trastorno depresivo de diferente tipo, lo que se conoce como patología dual. La depresión, caracterizada por la tristeza y la apatía, hace que las personas sean vulnerables a la sensación placentera que produce la compra, encontrando en ella su única fuente de satisfacción momentánea. Esta relación es bidireccional, ya que la adicción a las compras, con sus consecuencias de culpa y vergüenza, también puede llevar al desarrollo de síntomas depresivos.
Desde la pandemia, la mayor visibilidad de la salud mental y la reducción del estigma han permitido que más personas busquen ayuda con más premura. Urge una mirada introspectiva como sociedad para rescatarnos de las garras de esta patología. El tratamiento integral de la patología dual requiere coordinar el tratamiento farmacológico y psicoterapéutico para la depresión con intervenciones cognitivo-conductuales y estrategias de control de estímulos para la adicción. La verdadera libertad individual no reside en la capacidad ilimitada de consumir, sino en la fortaleza de espíritu para discernir entre el capricho y la necesidad y saber decir «no», cultivando valores como la autoestima y construyendo relaciones sanas.
Para entender la promesa vacía de la compra compulsiva, se puede imaginarla como beber agua salada cuando se tiene sed: ofrece un alivio inmediato, pero solo agranda el vacío que se intenta llenar.

