El establecimiento abrió sus puertas cuando Isabel II aún ocupaba el trono, hace casi dos siglos
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BurgosEn el corazón de Burgos, una pequeña placa en la fachada lo resume: “Desde 1850. Hijos de Santiago Rodríguez. La librería más antigua de España”. Este histórico establecimiento abrió sus puertas cuando Isabel II aún ocupaba el trono, y casi dos siglos después sigue siendo un símbolo vivo de la cultura y la lectura en nuestro país.
La historia comienza con Santiago Rodríguez Alonso, que con apenas 21 años fundó la librería en 1850, junto con un pequeño taller de impresión y una editorial. Desde sus inicios, la librería fue un punto de referencia para la educación y la difusión de la lectura, bajo el lema “La escuela redime y civiliza” y la imagen de Minerva, la diosa romana de la sabiduría.
Ubicada inicialmente en la calle Laín Calvo, se trasladó a la Plaza Mayor en la década de 1960 y hoy se encuentra en la calle Avellanos 4, en pleno casco antiguo. Por sus estanterías han pasado generaciones de burgaleses, estudiantes, profesores y curiosos que, más que buscar un libro, buscaban consejo, conversación y el placer de descubrir algo nuevo.
No es solo una librería: es también una editorial y un testimonio vivo de la historia cultural de Burgos y de España. Su relevancia ha traspasado fronteras, siendo reconocida como la librería más antigua de España y una de las cinco más antiguas de Europa, un título que lleva con orgullo tras seis generaciones de libreros que han sabido adaptarse a los tiempos.
La adaptación con paso del tiempo
Mantener abierta una librería desde 1850 no ha sido fácil. Han tenido que superar crisis económicas, cambios sociales y la llegada de la era digital. En sus primeros años, cuando pocos sabían leer, el reto era acercar la educación a todos; hoy, el desafío es atraer lectores en un mundo dominado por las pantallas y las compras online.
Cada generación de la familia Rodríguez ha sabido encontrar su camino. De los talleres de impresión y encuadernación del siglo XIX se pasó, en 1989, a centrarse exclusivamente en la venta de libros. La imprenta desapareció, pero la pasión por la lectura se mantiene intacta.
“La clave ha sido mimar y escuchar al cliente”, explican los actuales responsables de la librería, que destacan la importancia del trato personal y la recomendación cercana frente a los algoritmos de internet.
La clave ha sido mimar y escuchar al cliente
Cada año, la librería participa activamente en el Día de las Librerías, con descuentos, presentaciones y actividades culturales que llenan de vida el casco histórico burgalés. Su espacio se ha convertido en un punto de encuentro para autores, lectores y curiosos que buscan más que un libro: una experiencia.
En un mercado dominado por las grandes cadenas y las ventas online, Hijos de Santiago Rodríguez representa lo contrario: la resistencia cultural, el valor del libro físico y el encanto de una atención artesanal. Entrar en esta librería es como abrir un libro antiguo: los estantes de madera, el olor a papel y las conversaciones entre lectores crean un ambiente único. Allí conviven ediciones modernas con volúmenes centenarios, en un diálogo entre pasado y presente que emociona a quien cruza su puerta.
Sus actuales propietarios, descendientes directos del fundador, celebran este 175º aniversario con el mismo espíritu con el que nació la empresa: mantener viva la lectura y cuidar al lector. Con exposiciones, concursos literarios y encuentros con escritores, la librería sigue siendo un motor cultural en Burgos.


