Educación

Cómo activar el pensamiento lateral en los niños: ejercicios para que aprendan a resolver problemas

El pensamiento lateral se puede entrenar mediante ejercicios
El pensamiento lateral se puede entrenar mediante ejercicios. Freepik
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Vivimos en un mundo en el que todo cambia a una velocidad impresionante, por lo que los niños no solo necesitan aprender matemáticas, lengua o ciencias. Son más los expertos que coinciden en que, además de estos contenidos básicos, hay que enseñar a los alumnos a pensar de manera flexible, creativa y crítica. Una de las herramientas más valiosas en ese sentido es el pensamiento lateral.

Mientras que el pensamiento lógico se centra en resolver problemas de forma ordenada y paso a paso, el pensamiento lateral se encarga de mirar las situaciones desde otros ángulos, rompiendo patrones y encontrando soluciones originales pero igual de efectivas. Se trata de entrenar la mente para no quedarse atrapada en lo evidente. Pero, ¿cómo se puede fomentar este pensamiento en los niños?

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Qué es exactamente el pensamiento lateral

El término fue acuñado por Edward de Bono en la década de 1960 en su libro The Use of Lateral Thinking. Se trata de una forma de pensar que busca alternativas y soluciones creativas mediante el cambio de perspectiva, en lugar de seguir la lógica habitual.

Por ejemplo, si preguntamos a un grupo de niños sobre cómo sacar un elefante de una piscina puede que respondan que con ayuda de una grúa o abriendo una puerta. Mientras que el pensamiento lateral puede invitar a respuestas más inesperadas como dejar que se beba el agua o esperar a que suba el nivel de la piscina.

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Según investigaciones recientes en psicología cognitiva, fomentar este tipo de pensamiento mejora la flexibilidad cognitiva y la capacidad de adaptación, dos competencias muy valoradas en el futuro mercado laboral.

Por qué es tan importante desarrollarlo en la infancia

Los niños tienen una capacidad natural para la creatividad y la exploración. Sin embargo, a medida que se crece, el sistema educativo tiende a priorizar la memorización y la resolución de problemas con una única respuesta correcta. Esto puede limitar este pensamiento divergente.

La UNESCO señala que el desarrollo de habilidades de creatividad e innovación en la educación infantil y primaria no solo potencia el rendimiento académico, sino que también prepara a los niños para enfrentarse a problemas complejos en la vida adulta.

Por otro lado, entrenar el pensamiento lateral tiene más beneficios como mejorar la autoestima al demostrar que hay múltiples formas válidas de resolver problemas, refuerza la colaboración, ya que fomenta compartir ideas distintas y estimula la resiliencia: los niños aprenden que un error no es un fracaso, sino una oportunidad para aprender algo nuevo.

Ejercicios prácticos para activar el pensamiento lateral en los niños

El pensamiento lateral se entrena como un músculo: cuánto más se practica, más fácil resulta aplicarlo en distintos contextos. No se trata de que los niños tengan que dar siempre una respuesta correcta, sino de que aprendan a romper esquemas, explorar alternativas y arriesgarse con ideas nuevas.

Un primer recurso para activarlo con las adivinanzas de pensamiento lateral. Se trata de enigmas en los que la respuesta no es la más obvia y obliga a replantear la situación. Preguntas como “un hombre entra en un bar y pide un vaso de agua, el camarero saca una pistola y el hombre dice ‘gracias’ y se va, ¿qué pasó?” hacen que los niños ejerciten la imaginación y entiendan que muchas veces las soluciones requieren dar un rodeo mental, en este caso, deben llegar a que el hombre tenía hipo y el camarero se lo quitó al asustarlo.

Los juegos de construcción también son un gran ejercicio. Con piezas de Lego, bloques de madera o incluso materiales reciclados, se puede proponer el reto de construir la torre más rara, en vez de la más alta, o la que aguante el soplido de un secador. Lo importante no es seguir las instrucciones, sino inventar.

Otra dinámica muy efectiva es el clásico “¿qué pasaría si…?”. ¿Qué pasaría si los coches volaran?, ¿y si los animales pudieran hablar? Este tipo de preguntas, aparentemente formuladas con ingenuidad, estimulan la imaginación y acostumbran a los niños a crear escenarios alternativos, algo esencial en un mundo en constante cambio.

También resulta muy útil cambiar las reglas de los juegos conocidos. Jugar al parchís en sentido contrario, inventar nuevas normas para el escondite o introducir tres porterías en un campo de fútbol. Estos nuevos escenarios obligan a replantear lo que se da por sentado. En el mismo sentido, se pueden aplicar los cuentos con finales alternativos, éstos pueden reforzar la idea de que un problema puede tener múltiples soluciones.

Y si se trata de potenciar la creatividad gráfica, el dibujo con restricciones abre la puerta a un pensamiento flexible y original. Se trataría de inventar, por ejemplo, un animal imposible o diseñar un objeto que pueda solucionar un problema cotidiano. Buscar soluciones creativas a retos originales.

Más allá de estas actividades concretas, la clave estaría en llevar el pensamiento lateral a la vida diaria. Se puede practicar en la cocina, en el aula o en casa. Lo importante es que los niños aprendan que equivocarse no es fracasar, sino explorar nuevos caminos.