Sociedad

María, llora: Su abuelo perdió la vida un día antes de que la arreglasen el ascensor tras la DANA

Imágenes de las calles de una localidad afectada por la DANA. Juan Polo
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La DANA Alice dejó en el Mediterráneo una situación meteorológica extrema: cayó la mitad del agua que suele caer en un año pero en un periodo de cinco días. En localidades como Gandía se registraron 392 litros por metro cuadrado, cuando la media anual es de 700 litros.

Pero más allá de los datos, la lluvia y sus consecuencias siguen dejando heridas muy profundas. Ha pasado casi un año de la DANA que golpeó la Comunidad Valenciana el pasado octubre y alrededor de 800 ascensores continúan sin funcionar. Una cifra difícil de entender tanto tiempo después.

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El periodista Manu Reyes ha conocido hoy la historia de Ada y su familia. Ada vive en un edificio en Catarroja (Valencia) que, como muchos otros, vio como la riada arrasaba todo a su paso. El ascensor quedó inhabilitado y sus padres, personas de la tercera edad, tuvieron que afrontar la vida diaria en el interior de su casa.

"Vivíamos en un quinto piso. Mi padre solo salía exclusivamente para consultas médicas. A veces me pregunto si esta situación fue un factor para que ya no esté con nosotros. Por supuesto que sí. Se dejó ir, perdió la ilusión", relata muy afectada Ada. "Era una persona con movilidad reducida, no podía bajar las escaleras", cuenta María, la hija de Ada, antes de romper a llorar. Ambas coinciden en que el encierro le provocó una depresión y un deterioro físico.

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El ascensor fue reparado un solo día después del fallecimiento del padre, del abuelo. Nunca llegó a utilizarlo. "Sin salir a la calle, sin ver la luz, sin moverse... Al final, psicológicamente acabó con él. Hay muchas víctimas tras la DANA que no se cuentan pero están ahí. También son víctimas porque esto nos ha cambiado la vida".

A día de hoy, muchas personas siguen sufriendo estas dificultades. Personas mayores, con movilidad reducida o enfermedades crónicas, siguen atrapadas en sus casas. Estas historias muestran que, aunque haya dejado de llover, las consecuencias del temporal aún pesan y matan.