Recomendada por expertos en organización, estilistas y nómadas digitales, la regla es sencilla, pero muy efectiva
Este es el truco para evitar que te pierdan la maleta en el aeropuerto (y que pocos usan)
Viajar ligero es un arte, y cada vez son más los viajeros habituales que apuestan por reducir su equipaje al máximo para ganar libertad, ahorrar tiempo en aeropuertos y evitar recargos por maletas facturadas. Es en esta circunstancias donde la conocida regla 5-4-3-2-1 se ha erigido como una herramienta de lo más útil para aquellos que viajan solo con equipaje de mano. Recomendado por expertos en organización, estilistas y nómadas digitales, este método no solo simplifica el proceso de hacer la maleta, sino que también permite vestirse con variedad, estilo y funcionalidad durante más de una semana.
La regla es sencilla pero efectiva. Se trata de llevar: 5 prendas superiores (camisetas, blusas o camisas), 4 inferiores (pantalones, faldas o shorts), 3 pares de zapatos (uno cómodo, uno más formal y uno deportivo), 2 capas externas (chaquetas o vestidos) y 1 accesorio relevante (una bufanda versátil, un sombrero o un reloj). El secreto está en que todas las prendas sean fácilmente combinables entre sí, preferiblemente en tonos neutros o dentro de una misma paleta de colores, para maximizar las posibles combinaciones de prendas sin tener que cargar con un peso extra innecesario.
Practicidad y versatilidad: las claves del éxito
La base de esta estrategia radica en una premisa clara: cada prenda debe cumplir más de una función. Una camiseta de lino puede servir para un día de paseo y también para una cena informal. Un pantalón puede convertirse en prenda cómoda para vuelos largos o en una pieza elegante con los zapatos adecuados. De esta manera, la regla 5-4-3-2-1 permite generar hasta 60 combinaciones distintas de atuendos diferentes, lo que la hace especialmente útil en viajes de hasta 7 o 10 días, en los que no queramos lavar la ropa a medio camino.
Los expertos aconsejan seleccionar tejidos de secado rápido, resistentes a las arrugas y aptos para cambios de temperatura. Las prendas con tecnología antibacteriana o transpirable también han ganado popularidad entre quienes viajan mucho, ya que permiten varios usos sin pérdida de frescura. Asimismo, se recomienda evitar los estampados, por ser más difíciles de combinar, y priorizar aquellas piezas que puedan doblarse o enrollarse sin arrugarse o estropearse de cara a la próxima puesta.

Cómo organizar la maleta sin renunciar al orden
Más allá del número de prendas, la forma de meter la ropa en la maleta resulta igual de importante. Muchos viajeros experimentados utilizan cubos de embalaje para separar categorías de ropa (ropa interior, parte superior, calzado), siendo esta una decisión que permite encontrar más fácilmente lo que se busca y sacar el máximo partido al espacio en la maleta. Esta técnica también ayuda que podamos pasar controles de seguridad más rápidamente y también hace más fácil volver a hacer la maleta si tenemos que cambiar de hotel, por ejemplo si el itinerario incluye varios destinos.
Otra técnica recomendada es enrollar la ropa en lugar de doblarla. Al hacer esto se reducen las arrugas y se libera espacio de almacenamiento adicional en la maleta. Guardar los zapatos en bolsas individuales, llevar la prenda más voluminosa puesta durante el vuelo (por ejemplo, una chaqueta gruesa) y solo usar botes de tamaño previamente aprobado para los líquidos son otros consejos prácticos que ahorran tiempo y permiten cumplir con las restricciones de aerolíneas low cost.
Ventajas más allá del aeropuerto
La regla 5-4-3-2-1 no solo sirve para ahorrar espacio, sino también para fomentar una mentalidad de consumo consciente. Al reducir el número de prendas, se evitan los excesos, se gana en claridad mental al vestirse y se facilita la toma de decisiones diarias. Muchos viajeros coinciden en que, tras aplicar este método, sienten que llevan exactamente lo que necesitan y nada más.
Además, viajar solo con equipaje de mano reduce el riesgo de pérdida de maletas, agiliza los desplazamientos en transporte público y permite más flexibilidad si se cambia de plan. A largo plazo, también puede traducirse en ahorro económico y menor huella ecológica.
En definitiva, esta fórmula minimalista, lejos de ser restrictiva, se adapta con facilidad a diferentes estilos, estaciones y destinos. Basta con hacer una selección estratégica de prendas y confiar en que, con menos, se puede vivir (y viajar) mucho mejor.


