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El auge de los baños termales naturales: dónde encontrarlos en España y cómo aprovecharlos

Termas de Bande. Cortesía de Turismo Ourense
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Hoy en día el retorno a lo esencial, la vuelta a los orígenes y a la simpleza de la naturaleza es una tendencia más en boga que nunca. De esta modo se entiende mejor que entre montañas, ríos y enclaves de insospechada belleza, los baños termales naturales se erijan como templos laicos del descanso, refugios geológicos donde el agua caliente brota de las entrañas de la tierra no solo como alivio físico, sino como símbolo de una vida más lenta, menos mediada por pantallas y más conectada con el territorio. 

Tenemos además la suerte de que nuestro país, España, ofrece una ‘materia prima’ privilegiada, con su subsuelo mineral y su herencia termal milenaria. Vivimos en un territorio que no solo atesora una amplia red de manantiales, sino que además ofrece alternativas vacacionales que conjugan salud, turismo sostenible y revitalización rural.

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Hay que saber también que el auge del termalismo natural también responde a una estrategia económica y turística. Comunidades como Granada o Galicia ofrecen programas subvencionados para mayores, que combinan estancia, tratamientos y dinamización rural. Esta política, enmarcada en fondos públicos como los Next Generation EU, apunta a la regeneración de territorios rurales y a fomentar un turismo desestacionalizado, consciente y equilibrado.

De cuevas romanas a oasis alpinos

El territorio ibérico está surcado por manantiales que emergen con distintos perfiles químicos y termales. Entre los lugares más destacados se encuentran los siguientes:

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  • Termas de Bande (Ourense): restos romanos que afloran junto al embalse, con aguas bicarbonatado-sódicas a 46 °C, indicadas para afecciones dermatológicas y reumatológicas.
  • Termas de Outariz y O Muiño da Veiga (Ourense): gratuitas y al aire libre, son espacios de socialización y terapia continua, con aguas a 35–41 °C, accesibles todo el año.
  • Pozas de Arnedillo (La Rioja): en el Valle del Cidacos, ofrecen baños de 35–40 °C en plena naturaleza, de uso libre y terapéutico.
  • Baños termales de Alhama de Granada: tres pozas conectadas en el Tajo de Alhama, con aguas que alcanzan 40–47 °C y entorno de belleza agreste.
  • Balneario de Alhama de Aragón y Panticosa (Aragón): el primero con lago termal a 32 °C, el segundo en los Pirineos a 1.600 m y aguas mineromedicinales para piel y sistema reumático.
  • Balneario de La Hermida (Cantabria): situado en un desfiladero de Picos de Europa, combina circuitos termales con aguas terapéuticas para dolencias reumáticas y dermatológicas.

Estos lugares no solo llevan siglos en uso, sino que además son eslabones de una cadena histórica que comienza con culturas como la romana, atraviesa la época medieval y llega hasta el redescubrimiento contemporáneo de este tipo de manantiales.

Propiedades terapéuticas de los baños termales

Se trata de aguas bacteriológicamente puras, cargadas de minerales como hierro, magnesio, azufre y bicarbonatos, que ofrecen un coctel de efectos terapéuticos que la ciencia respalda. El primero de ellos sería el poder de mejorar la circulación sanguínea, aliviar dolores musculares y reumáticos, a la vez que se potencia la eliminación de toxinas.

A esto hay que añadir un efecto antiinflamatorio, dermatológico y respiratorio, útil incluso para la psoriasis, dermatitis y la recuperación osteoarticular. Otra cuenta más a favor dle agua de las termas es que contribuyen al equilibrio mental, reduciendo estrés, ansiedad e insomnio a través de la liberación de endorfinas y el efecto sedante natural. Incluso sirven como refuerzo inmunológico, estimulando defensas por sus partículas minerales y temperatura constante.

Cómo disfrutar bien de los baños naturales

No obstante, antes de lanzarse de cabeza a sus cálidas aguas, conviene tomar una serie de precauciones que eviten cualquier tipo de efecto negativo de sus altas temperaturas. De esta manera, se recomiendan sesiones de un máximo de 30 minutos, alternancia con agua fría y disfrutar con moderación en caso de embarazo, hipertensión o presencia de afecciones cardíacas.

Más concretamente, los expertos apuntan como rutina termal responsable el iniciar la sesión en zonas templadas, hacer contrastes con agua fría o zonas a menor temperatura, salir tras 20‑30 minutos y descansar en aire libre para evitar descompensaciones.

Redescubrir los baños termales naturales no es solo una cuestión de bienestar físico, sino una oportunidad para reconectar con una geografía emocional que habíamos relegado. En un país como España, donde el agua ha sido históricamente cauce de civilización y frontera de culturas, estas pozas de vapor y mineral no son meros atractivos turísticos: son expresiones de un vínculo ancestral entre ser humano y entorno, entre cuerpo y territorio. Elegir sumergirse en sus aguas es también optar por un modelo de vida más consciente, más lento y más arraigado.