Dormir en un faro en España: 5 lugares únicos para vivir la experiencia en 2025

El proyecto Faros de España ha facilitado que algunas de estas instalaciones históricas se rehabiliten como hoteles, casas rurales o apartamentos turísticos
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Dormir donde antes solo vivían los guardianes del mar. Escuchar el viento golpeando la linterna mientras las olas rompen contra la roca. Ver amanecer desde un lugar aislado, con vistas infinitas al horizonte. Lo que antes se limitaba a ser una fantasía romántica, hoy es una realidad: en España ya es posible alojarse en varios faros reconvertidos en alojamientos singulares.
El interés por este tipo de estancias no ha hecho más que crecer en los últimos años. El proyecto Faros de España, impulsado por Puertos del Estado, ha facilitado que algunas de estas instalaciones históricas, que hasta hace poco podían estar cerradas al público, se rehabiliten como hoteles, casas rurales o apartamentos turísticos.
Faro de Isla Pancha (Ribadeo, Lugo)
En la escarpada costa de A Mariña lucense, el faro de Isla Pancha fue el primero de Galicia en convertirse en alojamiento turístico. Se trata de un faro del siglo XIX reconvertido en dos suites independientes, situadas en el edificio anexo a la torre original. Está conectado a tierra firme por un estrecho puente y rodeado completamente por el mar Cantábrico.
El entorno es sobrecogedor: brumas, acantilados, mar de fondo y la silueta del faro en la distancia. Desde sus ventanas se ven amaneceres de postal, y de noche solo queda el sonido del oleaje.

Faro de Punta Cumplida (La Palma, Islas Canarias)
Ubicado en el extremo noreste de la isla de La Palma, Punta Cumplida es uno de los faros más antiguos del archipiélago canario y el primero en ser reconvertido en hotel de lujo. Gestionado por la firma Floatel, ofrece tres suites exclusivas con vistas al Atlántico, piscina infinita y diseño escandinavo minimalista.
La torre sigue activa, pero se ha mantenido su estructura original. En sus instalaciones, antiguamente ocupadas por los fareros, se ha creado un espacio de descanso, lectura y contemplación. Es ideal para quienes buscan lujo aislado, sin masificaciones y en plena naturaleza volcánica.

Faro del Cap de Creus (Cadaqués, Girona)
En el punto más oriental de la península ibérica, el faro del Cap de Creus vigila desde 1853 una de las costas más escarpadas y espectaculares del Mediterráneo. Si bien la torre sigue operativa y no se ha habilitado como hotel en sí, su edificio adyacente acoge actualmente un restaurante y un alojamiento rural con acceso exclusivo al entorno del faro, gestionado por operadores locales.
Dormir allí significa despertar donde Dalí pintó los amaneceres y vivir la Tramuntana en toda su crudeza. En días despejados, se puede ver hasta la costa de Francia. La experiencia no es de lujo, pero sí profundamente poética. No hay cobertura móvil y el acceso solo es posible por carretera de montaña. El restaurante ofrece cocina catalana con productos de mar y montaña.

Faro de Trafalgar (Cádiz)
El faro de Trafalgar, situado en el término municipal de Barbate, ha sido durante décadas una silueta emblemática en la costa gaditana. Aunque aún no cuenta con un hotel habilitado dentro del edificio del faro, en 2023 se aprobó una concesión para su transformación parcial en alojamiento turístico y espacio de interpretación histórica, en el marco del plan “Faros de España”.
Está previsto que en 2025 se abran sus puertas al público bajo un modelo híbrido: zonas visitables y habitaciones tipo glamping de diseño, inspiradas en la historia naval del lugar. Se trata de una ubicación legendaria: frente a él tuvo lugar la Batalla de Trafalgar (1805), y desde su base se contempla una de las puestas de sol más aclamadas del país, con vistas al Estrecho y, en días claros, al perfil del Rif marroquí.

Faro de Cavalleria (Menorca)
Ubicado en uno de los puntos más agrestes de Menorca, el faro de Cavalleria corona un acantilado de 94 metros sobre el mar. Aunque el faro como tal no ofrece hospedaje todavía, en sus inmediaciones se ha habilitado un pequeño museo y centro de interpretación, y se están tramitando los permisos para reconvertir parte del complejo en un ecoalojamiento integrado en el paisaje.
Su ubicación lo convierte en un lugar magnético para los amantes del turismo slow. Por ahora, se puede visitar durante el día y contemplar el atardecer desde sus terrazas, pero para 2025 se espera que se habiliten habitaciones en los antiguos edificios del servicio de fareros, con criterios de sostenibilidad y mínimo impacto.
Faros: de señales marítimas a destinos de evasión
El fenómeno de dormir en faros no es casual: responde a una demanda creciente de experiencias turísticas únicas, inmersivas y vinculadas al patrimonio. En España, la red de faros activos suma más de 180, muchos de ellos automatizados, sin personal desde hace décadas. Esta situación ha abierto la puerta a nuevos usos compatibles con su función marítima, de forma similar a los modelos implantados con éxito en Escocia, Irlanda o Noruega.