La advertencia de los médicos sobre el tipo de cáncer que se triplica en la Generación X y Millennials

MadridEl cáncer de apéndice no suele estar en el radar de la mayoría, pero recientes investigaciones han evidenciado un aumento alarmante entre adultos jóvenes. Según un estudio del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, publicado en Annals of Internal Medicine, el adenocarcinoma apendicular, un tipo poco común de tumor gastrointestinal, se ha multiplicado por tres en personas nacidas en torno a 1980 y por cuatro en quienes nacieron alrededor de 1985, en comparación con los nacidos en 1945.

Aunque se trata de un cáncer raro, ya que tiene una incidencia estimada de 0,1 a 0,2 casos por cada 100.000 personas al año, su tendencia en alza genera preocupación entre oncólogos y autoridades sanitarias. Este crecimiento en las generaciones recientes anticipa una creciente carga de enfermedad en las próximas décadas.

¿Qué es el adenocarcinoma apendicular?

El adenocarcinoma apendicular es un cáncer epitelial que se origina en las células de la mucosa del apéndice. Es distinto de los tumores neuroendocrinos más frecuentes. Incluye varias formas: el adenocarcinoma mucinoso, no mucinoso, de células en anillo de sello y de células caliciformes. Aunque representa menos del 1% de todos los cánceres digestivos, su comportamiento agresivo, sobre todo cuando se da el subtipo de células en anillo de sello, y su diagnóstico tardío resaltan la necesidad de una mayor vigilancia.

Un aumento alarmante en jóvenes

Los investigadores analizaron 4.858 casos de cáncer de apéndice diagnosticados en adultos mayores de 20 años entre 1975 y 2019 y concluyeron que los nacidos en 1980 tienen tres veces más probabilidad de desarrollar este cáncer que los de 1945, y quienes nacieron en 1985, cuatro veces más. El incremento del adenocarcinoma apendicular en las generaciones más jóvenes ha sorprendido incluso a la comunidad médica.

Lo más llamativo de este hallazgo es que no se limita a un solo subtipo de tumor apendicular: el aumento se ha observado en diferentes variantes histológicas, lo que da a entender que no se trata de una mutación genética específica ni de un patrón único, sino de una tendencia epidemiológica amplia. Este fenómeno también se ha descrito en otros cánceres gastrointestinales como el colorrectal, sobre todo en adultos menores de 50 años.

Los expertos coinciden en que este cambio generacional exige una revisión de las estrategias de prevención y diagnóstico, ya que los protocolos actuales están orientados principalmente a mayores de 50 años, dejando fuera a miles de personas jóvenes que podrían estar desarrollando esta patología sin saberlo.

Por qué está creciendo este cáncer

Las razones detrás del crecimiento del cáncer de apéndice entre las generaciones más jóvenes no están del todo claras, pero se barajan varias hipótesis sólidas que requieren una investigación más profunda.

Una de las más estudiadas es la alteración del microbioma intestinal a causa de factores como la dieta rica en ultraprocesados, el abuso de antibióticos en la infancia o la exposición a contaminantes ambientales. El intestino humano alberga trillones de bacterias esenciales para el sistema inmune y la digestión, y su desequilibrio se ha relacionado con enfermedades inflamatorias, inmunológicas y también con varios cánceres digestivos.

Además, el estilo de vida sedentario, la obesidad que aumenta entre jóvenes y adolescentes, el estrés crónico y el consumo elevado de azúcares refinados son factores que podrían influir en el desarrollo de tumores epiteliales. Algunos científicos apuntan también a una mayor exposición a disruptores endocrinos, como pueden ser los ftalatos o el bisfenol A presentes en plásticos y cosméticos, los cuales podrían interferir en la regulación celular y hormonal.

Por otro lado, aunque las técnicas de diagnóstico han mejorado, no hay evidencia de que el aumento de los casos se deba exclusivamente a una mayor capacidad para detectarlos. De hecho, en el estudio citado se ajustaron factores como el número de apendicectomías y la mejora de las pruebas diagnósticas, y aún así, el aumento continuaba siendo significativo. Esto hace más sólida la teoría de que, efectivamente, existe un incremento real de la enfermedad, no solo una mayor visibilidad.

Diagnóstico complicado y síntomas vagos

Uno de los grandes retos a los que se enfrentan los especialistas sobre este tipo de cáncer es su diagnóstico. A diferencia de otros tumores digestivos que suelen causar síntomas relativamente específicos, este tipo de cáncer suele manifestarse de forma silenciosa o con signos muy poco evidentes. Muchos pacientes sufren dolores abdominales intermitentes, hinchazón, molestias digestivas o pérdida de apetito, síntomas que pueden confundirse fácilmente con trastornos gastrointestinales leves o funcionales, como el síndrome del intestino irritable.

En muchos casos, el tumor se detecta de forma inesperada durante una apendicectomía por una apendicitis aparentemente normal. Según distintos estudios clínicos, entre un 25% y un 50% de los adenocarcinomas apendiculares se descubren durante o después de una cirugía de este tipo. En otros casos, se detecta cuando el tumor ya se ha diseminado al peritoneo - la membrana que recubre el abdomen- o incluso a otros órganos.

El problema se hace más grave porque no existen métodos de cribado específicos para este cáncer, como sí que ocurre con el de mama, colon o cérvix. Tampoco hay marcadores tumorales específicos fácilmente detectables en análisis de sangre. Esto deja el diagnóstico casi en manos de la sospecha clínica y de pruebas de imagen como ecografías, TAC o resonancias magnéticas, aunque ninguna es específica para este tumor.

Esta dificultad para detectarlo en estudios iniciales se traduce en un pronóstico menos favorable, sobre todo cuando ya ha hecho metástasis. Por esto, oncólogos e investigadores reclaman más formación específica para profesionales sanitarios y más investigación para poder encontrar biomarcadores para que se pueda detectar de manera precoz.